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Matar a un barrio: crónica de un crimen no consumado

Por Íñigo Elortegi

Como si de un macabro exorcismo inquisitorial se tratara, el barrio chino de Barcelona, hoy reducido a El Raval, purga la impudicia de vivir, buscarse el trabajo y el ocio al margen del mercado. El antropólogo Miquel Fernández  quiso buscar in situ el mito maligno, y hacer un contra exorcismo en toda regla: jamás desde las ciencias sociales se había ido tan a contracorriente. La del Raval es una posesión, que como dice el antropólogo Manuel Delgado en el epílogo, es común a todas las ciudades. Quizá por eso, el experimento represor en el barrio chino barcelonés fue tan útil para actuar en otros barrios chinos de otras ciudades. La convivencia durante años en  la calle Robador de Miquel Fernández  está resumida en Matar al chino, publicado por Virus. Aprovechando la tourné del autor por Bilbao – librería DDT- y , Santander – librería La libre – ,  hablamos con Miquel Fernández.
 

 

¿Cómo surge el libro la idea del libro?

Allá por el 2008 estaba interesado en la violencia, pero la violencia concentrada en un hecho concreto: la transformación de El Raval. Yo soy de la Universidad Autónoma de Barcelona. Miguel Morey, introductor de Focualt, y Manuel Delgado me dijeron: tines que hacer una investigación sobre esto y concretamente de la calle Robador, donde había prostitución, consumo, vida canalla y bohemia. El libro es una parte de la tesis. Me quería fijar en el Raval como espacio de control. El objetivo de ese control es acabar con los pobres acabando con la pobreza. Desde el siglo XVI,  con la inmigración del campo a las nacientes urbes, todas las ciudades elaboran un discurso contra el vagabundeo. En Barcelona comienza con las casas de misericordia, – cuya misión es confinar primero a los pobre sy posteriormente a “mujeres arrepentidas” -, auspicios y cuarteles. Todos estos centros en El raval se han convertido en centros culturales.

El Raval fue uno de los primeros barrios obreros de Europa. Ese sería el caldo de cultivo que haría nacer allí a la CNT y  la UGT. Será un lugar de habitual motín. El Raval será un lugar de confluencia de irredentes. Me di cuenta de que hay una mitologización del territorio. Primero llamándolo como algo amenazante: “el chino”. Comienzo a cazar la mentira que es convertirdel barrio chino,  a desgranar el mito ese territorio como si fuera un infierno en la tierra.

Es obvio que pasaban cosas en El Raval, que hay una parte oscura y de violencia en las que quizá pudiera haberse intervenido de otra manera. Mucho tiempo antes a la resolución que se está dando para el Raval, hubo un proyecto acordado desde posturas antagónicas, en el que estaba la CNT, para “adecentar” el Raval. Un grupo de arquitectos, el GACPAP, propone arrasar el barrio chino. La solución es acabar con el sitio donde se da un problema. Aún hoy, la web del ayuntamiento de Barcelona dice que el proyecto del GACPAP se quedó en nada pero que la “regeneración” se hizo con las bombas caídas entre 1936 y 1939, dando por bueno que, como sitio endemoniado, era preciso destruirlo.

 

Hablas en el libro que los gestores post franquistas prosiguieron los planes para el Raval ideados en el franquismo. Destacas que Maragall, y Borja fueron técnicos del ayuntamiento con Porcioles, gran alcalde del tardo franquismo desarrollista

Sí, en 1988 se esgrime como escusa una supuesta batalla entre narcotraficantes en El Raval para “intervenir”: 4 manzanas destruidas, 2.000 familias expulsadas. Maragall y Clos, posterior alcalde, están en la conjura. En qué cabeza cabe que por una pelea en un barrio se destruyan casas. La causa era otra. Lo admitó Martí Abella, de procivesa, la empresa publico privada encargada de la demolición, al declarar en una entrevista que tras visitar casa por casa su sorpresa fue mayúscula al comprobar que vivía gente “normal”. Con el derribo se crea un estado de excepción. En el año 1989, con la designación de Barcelona sede de los juegos olímpicos, el estado de excepción se convierte en estado de sitio. Comienzan a aparecer noticias del tipo: “otra muerte en El Raval”. Paralelamente, hay una segunda agresión que es el intento fallido por convertir El Raval en un espacio turístico. En las guías turísticas el barrio chino aparece como la acrópolis de la vida canalla de la ciudad.

 

¿Cómo definirías ese peñón de excepción que dices es El Raval?

La calle que yo visité ya no existe. Por otro lado, yo creo que en El Raval se da más colonización que gentrificación. A los nuevos vecinos les venden El Raval como si fuera el Soho de Barcelona. Estos se dan cuenta de que no. Lo bueno de la etnografría de calle es percibir escenas. Por ejemplo, en un mismo barrio una prostituta lleva a su niño al colegio y coincide con un nuevo vecino llegado. Me dice: ¡Cómo voy a saludar a una puta delante de mis hijos! Este nuevo vecino es el epitome de esta nueva situación. Por ejemplo otra vecina que lleva muchos años viviendo aquí me comenta que por el día, con la cantidad de gente que puebla la calle, hay seguridad, y es casualmente cuando más policía hay; por la noche sí se siente insegura, pues no hay gente en la calle, y es cuando la policía desaparece. La función de la policía es amedrentar a la gente que se busca el trabajo y la vida fuera de los circuitos del mercado. Mientras se persigue la prostitución, dos técnicos del ayuntamiento, Heliodoro Lozano y Joaquín Quilez han sido  imputados en negocios de clubs. La policía quita de en medio la prostitución de la calle por otra que dé plusvalías. El Raval ha sido un laboratorio del control, una forma de experimentar por parte del poder esa excepcionalidad, practicar los límites de la democracia. Los procesos se copian de ciudad a ciudad. La cuestión es cómo consiguen los vecinos, las organizaciones revertir este envite.

 

Hablas de algo casi fundamental: cómo en los últimos la participación ciudadana colabora, ampara. Y este es un asunto de vital importancia porque ahora  se revisan los planes de ordenación en pueblos y ciudades

La participación aparece en la retórica para que, en realidad, los vecinos no participen. En los procesos de participación se da el caso de que participan casi más agentes ajenos o antagonistas a quienes debieran ser: en el caso de Procivesa, estaban detrás Telefónica, Endesa, Caixa y otras. cómo alguien tiene la cara de llamar a eso participar?. La participación llega hasta el momento en que cuando hay algo firmado, a los participantes se les dice de una u otra forma: “a partir de aquí callaos, porque habeis firmado, “. Con esto, se pretende regatear el derecho a la protesta. Frente a la participación ciudadana, está la participación popular. Me imagino las ciudades únicamente con turistas. Los turistas son los ciudadanos perfectos: no se quejan, solo consumen. No están expulsando a los que vivíamos en Sant Pere. La lucha por la ciudad se ha converttido en una prioridad. Luchar por el suelo y el espacio. Se trata conseguir que no nos echen del barrio.

 

¿Cómo observas el fenómeno Guanyem?

En Barcelona los centros sociales han sido cerrados con muchísma violencia, lo último Can Vies. Lo primero que tendrían que hacer las intituciones es volver dejar fluir la vitalidad callejera. Yo diría a Guanyem: no hagais nada; dejad hacer, dejad que las cosas funcionen de modo desintitucionalizado porque hay numerosos ejemplos.

 

El barrio sobrevive a los envites…

Goytisolo llamó a quellla zona un islote de libertad. Aún el vigor con el que aquella calle se organiza de manera peculiar debiera ser un ejemplo para cualquier ciudad. Por ejemplo, a manera en que resisten las prostitutas, ayudándose entre ellas. Han constituido un colectivo, Prostitutas Indgnadas, de las más interesantes en . Recientemente se ha celebrado el aniversario de  la muerte de Patricia Heras donde estaban ellas con una inmensa panacarta “Todas somos el 4 F”. Ahora su lucha se centra en la exigencia, contituidas en cooperativa, reclamanado locales para ejrcer su profesión. El otro ejemplo de resistencia. los vecinos plantaron un mural, el único mural que queda intocable, en honor a Juan Andres Benitez, joven muerto a golpes por varios Mossos. cuando mataban los mossos a juan andres, un montón de niños increpaban a los policías: lo arcelonaa matar!. Son un montón de niños que viven el maltrato que sufre el barrio. Son los niños que estaban dando la cara. Pues  los vecinos han desbrozado el lugar y lo han convertido en el Ágora Juan Andres.

 

 

11/06/2015 12:37:55
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