Días de guerra, noches de amor

«Escuchemos a nuestros corazones, confiemos en nuestros instintos, y neguémonos a participar en nada que nos aburra o nos indigne. Necesitamos cuidar de nuestro idealismo, y aceptar nuestra voluntad para arriesgarnos, no buscarnos nuevas maneras de integrar nuestra desesperación y nuestra frustración en la sociedad misma que las engendró.»

«Y tiene sentido: al fin y al cabo, en un mundo infinito de centros comerciales y parques temáticos, ¿qué otra cosa decente se podría hacer sino destruir?»

«La mujer y el hombre burgués no son un individuo, no son una persona real. Son un cáncer que todos llevamos dentro. Pero hay buenas noticias, tiene cura.»

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«Escuchemos a nuestros corazones, confiemos en nuestros instintos, y neguémonos a participar en nada que nos aburra o nos indigne. Necesitamos cuidar de nuestro idealismo, y aceptar nuestra voluntad para arriesgarnos, no buscarnos nuevas maneras de integrar nuestra desesperación y nuestra frustración en la sociedad misma que las engendró.»

«Y tiene sentido: al fin y al cabo, en un mundo infinito de centros comerciales y parques temáticos, ¿qué otra cosa decente se podría hacer sino destruir?»

«La mujer y el hombre burgués no son un individuo, no son una persona real. Son un cáncer que todos llevamos dentro. Pero hay buenas noticias, tiene cura.»

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