El intelectual es un misántropo
¿Existen todavía hoy en Occidente los intelectuales? Tras el colapso de las utopías y el fin de la Historia, la consolidación del nihilismo universitario posmoderno, el auge de las redes sociales y las reflexiones de 140 caracteres y la entronización del político-tertuliano televisivo, pareciera que hubieran desaparecido.
Alfonso Berardinelli no es de esa opinión, y reivindica la independencia intelectual del Crítico y del Misántropo. Los Críticos son individuos con la sensación de estar solos, pero tienen necesidad de sentido común y experiencias comunes, y de expresar éstas en un lenguaje en el que se digan cosas que no interesan a Dios y que no sirven al Progreso. Los Misántropos son críticos sociales, que por amor a la humanidad denuncian la sociedad que aniquila lo más hermoso que posee el individuo, y «al defenderse a sí mismos, defienden la individualidad de todos, los espacios de libertad (y de soledad) de los que el individuo precisa para existir».
Interrogándose sobre la relación que ha tenido el intelectual con la política, el poder y la industria cultural, Berardinelli recoge el testigo de Kierkegaard, Baudelaire, Orwell, Weil o Camus para concluir que «los intelectuales no son un grupo, ni un partido de la verdad: no tienen poder, y si lo buscan, terminan al servicio de quien lo tiene. Los intelectuales que quieren usar una declaración de pertenencia política como un megáfono, pierden el sentido de su propia voz, pierden la medida de lo que son: una zona no muy central de la geografía de la sociedad […] En los mejores casos, se trata de individuos inclasificables, y toda su vulnerable fuerza reside en esto».
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Categorías: Filosofia
El intelectual es un misántropo
¿Existen todavía hoy en Occidente los intelectuales? Tras el colapso de las utopías y el fin de la Historia, la consolidación del nihilismo universitario posmoderno, el auge de las redes sociales y las reflexiones de 140 caracteres y la entronización del político-tertuliano televisivo, pareciera que hubieran desaparecido.
Alfonso Berardinelli no es de esa opinión, y reivindica la independencia intelectual del Crítico y del Misántropo. Los Críticos son individuos con la sensación de estar solos, pero tienen necesidad de sentido común y experiencias comunes, y de expresar éstas en un lenguaje en el que se digan cosas que no interesan a Dios y que no sirven al Progreso. Los Misántropos son críticos sociales, que por amor a la humanidad denuncian la sociedad que aniquila lo más hermoso que posee el individuo, y «al defenderse a sí mismos, defienden la individualidad de todos, los espacios de libertad (y de soledad) de los que el individuo precisa para existir».
Interrogándose sobre la relación que ha tenido el intelectual con la política, el poder y la industria cultural, Berardinelli recoge el testigo de Kierkegaard, Baudelaire, Orwell, Weil o Camus para concluir que «los intelectuales no son un grupo, ni un partido de la verdad: no tienen poder, y si lo buscan, terminan al servicio de quien lo tiene. Los intelectuales que quieren usar una declaración de pertenencia política como un megáfono, pierden el sentido de su propia voz, pierden la medida de lo que son: una zona no muy central de la geografía de la sociedad […] En los mejores casos, se trata de individuos inclasificables, y toda su vulnerable fuerza reside en esto».