Esther Zorrozua (Bilbao, 1955) es una voz arraigada a su tierra que utiliza la geografía conocida como metáfora espacial donde si sitúan conflictos de entidad universal. Dedicada desde hace tiempo al relato breve y a la crítica literaria como colaboradora en diversos medios, ha preferido dejar macerar sin prisas esta primera novela suya, en la oscuridad y la quietud de la espera fértil, antes de compartirla con sus lectores. La clave de su estilo narrativo radica en un equilibrio estable entre cierta tendencia al pesimismo existencial y una ironía siempre latente, que desdramatiza y salva de la negrura de la sima, permitiendo que el sol siga saliendo cada día.