género

  • <p><em>La Madeja</em> vuelve un a&ntilde;o despu&eacute;s con algunos cambios. El m&aacute;s importante, quiz&aacute;s, es que abandonamos las secciones para hacer n&uacute;meros monogr&aacute;ficos. Hemos elegido como punto de encuentro, para empezar, el tema del cuerpo.</p> <p>El cuerpo, as&iacute;, sin m&aacute;s indicaciones, el cuerpo como significante abierto, dispuesto a llenarse de diferentes significados. &Eacute;sa ha sido nuestra intenci&oacute;n al invitar a algunas personas que, desde distintos posicionamientos te&oacute;ricos y sobre todo vitales, trabajan sobre/desde/en/a trav&eacute;s del cuerpo. As&iacute;, en este nuevo n&uacute;mero podemos encontrar un buen muestrario de cuerpos: cuerpos, presencia y voz que buscan hacer un hueco a las palabras, cuerpos de mujeres que envejecen, cuerpos atravesados por un sistema que los niega y los objetiviza, cuerpos de mujeres que buscan hacerse grandes a trav&eacute;s del placer, cuerpos que son nombrados fuera de la l&oacute;gica de la supuesta normalidad, cuerpos de mujeres fotografiados en las c&aacute;rceles de Argentina, cuerpos masculinos que reflexionan sobre su cuerpo, sobre el lenguaje que lo narra, cuerpos que habitan las guerras, cuerpos que dialogan con la palabra po&eacute;tica, cuerpos de otros continentes, cuerpos que bailan, cuerpos que resisten, cuerpos que se encuentran frente a los espejos, cuerpos herejes, cuerpos que se adornan, cuerpos doloridos, cuerpos que dan a luz, cuerpos que dan luz&hellip; Cuerpos.</p>
  • En Urbanismo feminista se concretan y detallan diferentes aspectos relativos a esa ciudad que pone la vida en el centro, desde la clara conciencia de que solamente los procesos impulsados desde abajo, y a partir de la complejidad comunitaria, edificarán una realidad urbana radicalmente distinta a la que conocemos.
  • <p>La victimizaci&oacute;n de las mujeres es inseparable del rol hist&oacute;rico que se les ha atribuido en relaci&oacute;n con la violencia. Reducir su papel al de cuidadoras u objetos de protecci&oacute;n por parte de los hombres ha servido para criminalizar y castigar como monstruosa toda desviaci&oacute;n de esa denominada &laquo;condici&oacute;n femenina&raquo;. Mediante la ley y las instituciones, y desde los medios de comunicaci&oacute;n y las propias relaciones sociales, se articula y se transforma una norma de g&eacute;nero que castiga a quienes la transgreden. <em>Putas e insumisas</em> no solo cuestiona este escenario de opresi&oacute;n, sino que reivindica la autonom&iacute;a y la capacidad de autodefensa individual y colectiva, desmitificando la relaci&oacute;n social e imaginaria que dibuja a las mujeres como seres pasivos. Las mujeres recibimos... pero tambi&eacute;n repartimos.</p>
  • Sin stock
    <p>Los debates en torno a la masculinidad y la creaci&oacute;n de &shy;grupos de hombres, han carecido hasta ahora de una revisi&oacute;n cr&iacute;tica sobre su verdadero alcance transformador. En &shy;Masculinidades y feminismo, se cuestiona la noci&oacute;n, a priori positiva, de nuevas masculinidades. &nbsp;</p> <p>Por lo general, estas se componen de adultos heterosexuales, de clase media blanca y con n&uacute;cleos familiares heteronormativos que, a menudo, excluye a las masculinidades homosexuales, afeminadas, trans*, menores o adolescentes, migrantes, personas mayores o mujeres masculinas. <br /> <br /> En la pr&aacute;ctica, nos encontramos ante grupos autoreferenciales que enfatizan cada vez m&aacute;s la propia identidad masculina, en lugar de ahondar en las relaciones de poder o el di&aacute;logo con el feminismo. Esto muestra c&oacute;mo el hombre sigue vi&eacute;ndose y mir&aacute;ndose como principio y fin, superh&eacute;roe en el campo de la lucha por la igualdad. Asimismo, la ficci&oacute;n entre nueva y vieja masculinidad, sustituye a la comprensi&oacute;n del desarrollo hist&oacute;rico de la dominaci&oacute;n patriarcal por una difusa divisi&oacute;n generacional. <br /> <br /> La supuesta e insuficiente asunci&oacute;n de roles en campos como la paternidad o las tareas dom&eacute;sticas, oculta la profunda desigualdad de g&eacute;nero existente en lo social, y el hecho de que los hombres seguimos monopolizando los espacios de socializaci&oacute;n, sin renunciar a nuestros privilegios en el trabajo, los movimientos sociales, etc. <br /> <br /> La pregunta es si se puede acabar con la desigualdad sin acabar tambi&eacute;n con la masculinidad y, por lo tanto, si esta debe reformarse, transformarse o abolirse.&nbsp;</p>
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