<p>Despu&eacute;s de a&ntilde;os de bonanza econ&oacute;mica, con la irrupci&oacute;n de la crisis la cooperaci&oacute;n internacional en Catalu&ntilde;a y el Estado sufri&oacute; los peores recortes entre todas las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas. En la &uacute;ltima d&eacute;cada, el internacionalismo ha experimentado una reformulaci&oacute;n para poder conectar con la situaci&oacute;n de nuestro pa&iacute;s y seguir ejerciendo de puente entre las luchas y aspiraciones de la sociedad a un lado y el otro del mar. Una transformaci&oacute;n orientada a exigir m&aacute;s coherencia en las pol&iacute;ticas p&uacute;blicas y no solo m&aacute;s presupuestos; a hacerse m&aacute;s feminista y plantearse profundizar en los cuidados; o incorporar las nuevas urgencias que la sociedad plantea, como actuar contra la emergencia clim&aacute;tica o la crisis de personas refugiadas.</p> <p>Todo ello en medio de un cambio de &eacute;poca, en lo pol&iacute;tico y social, que ha tensionado en consecuencia nuestra sociedad y nuestras organizaciones y administraciones. Hubo un d&iacute;a en el que fue preciso volver a pisar las calles para seguir teniendo un sentido y una raz&oacute;n para existir.</p>