Ha muerto el escritor Jakob Arjouni

Ha muerto el escritor Jakob Arjouni

 

El 17 de enero hemos sabido de la muerte del escritor Jakob Arjouni. Conocido en el Estado español por las serie de novelas negras, Arjouni era conocido en Alemania también por sus obras de teatro, narraciones cortas y dos novelas ambientadas en Berlín.

Muy popular en Alemania por su detective Kemal Kayankaya, de origen turco, pero profundamente arraigado en el Frankfurt más popular, sus novelas reflejan con un humor ácido y trepidante la atmósfera de prejuicios raciales, hipocresías, arbitrariedades policiales, además de corruptelas políticas y económicas a las que se puede ver enfrentado un detective bebedor, mal habaldo,  irreverente y algo cínico, pero con «principios», esos principios que por tan evidentes y, a veces, extraños da hasta vergüenza enumerarlos.

Hijo del famoso dramaturgo alemán Hans Günter Michelsen, Jakob cambió su apellido por el de su mujer de origen marroquí, para que éste no influyera en la acogida de sus obras. Su primera obra, Happy birthday, turco, la escribió con 23 años. En Virus editorial fueron publicadas además dos entregas más de la serie, Rakdee con dos es y Más cerveza, de un total de cinco.

Sobre su personaje central, Manuel Vázquez Montalbán dijo: «Kayankaya es algo más que un investigador privado de origen turco en una Alemania construida sobre cabezas de turco. Es la mirada crítica de uno de los autores más interesantes de la novela negra contemporánea».

A Jakob Arjouni se lo ha llevado la maldición del cáncer con sólo 48 años.

 

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[En la Oficina de Extranjería:]

—¿Nombre?

—Kemal Kayankaya.

—¿Puede usted deletrear?

—Casi todo, pero a veces me equivoco con palabras extranjeras.

Levantó la vista y sus labios se afilaron como los de una madrastra. Tras examinarme breve y definitivamente, bufó:

—¡Su nombre!

Se lo deletreé. Sin dejar de escribir, me preguntó:

—¿Nacionalidad?

—RFA.

—Alemán —me corrigió entre dientes, para levantar al instante la vista irritada—. ¿Alemán?

—¿Se lo deletreo?

El ojo izquierdo le tembló. Nos medimos con la mirada, empujó el bloc a un lado y se echó hacia atrás, abrazando el respaldo de la silla.

—Si tiene usted la nacionalidad alemana, señor…

—Kayankaya. ¿Lleva usted mucho tiempo trabajando aquí?

Se quedó cortada.

—… eso a usted no le importa en absoluto.

—Era sólo un suponer. Si con todos los nombres que no suenan como salchicha muestra usted los mismos dotes de comprensión, será tal vez que se ha equivocado de empresa.

 

Jakob Arjouni (fragmento de Rakdee con dos es)