Jesús García Blanca: «El sistema no soluciona problemas y, además, los agrava»
Jesús García Blanca: «El sistema no soluciona problemas y, además, los agrava»
Por Pedro Burruezo
1.-En el mundo de la salud y de la enfermedad se ejerce el poder. ¿Quién manda?
Los de siempre: una élite que gestiona la infamia, un grupo de privilegiados que podemos llamar «Sistema», «Mercado», «Poder» o más gráficamente, «Imperio». Imperio en el sentido en que lo hace James Petras, un Imperio en el que no manda un Emperador, sino más bien una Junta, que se sirve de mandos intermedios con diferentes grados de influencia y poder, para controlar una masa de obedientes consumidores, contribuyentes, telespectadores… esa Junta, que no ha sido elegida por nadie, impone las reglas de juego: Tratado de Libre Comercio, Acuerdo Multilateral de Inversiones, GATT, ALCA… y protege su territorio que es todo el planeta, utilizando por un lado a los grandes medios de comunicación de masas, y por otro, la maquinaria militar bajo mando esencialmente estadounidense.
Su impunidad queda garantizada por la inoperancia de organismos internacionales y la ausencia de mecanismos independientes de control de garantías legales y derechos fundamentales.
En el terreno de la salud-enfermedad el organismo de gestión de ese Poder es el Modelo Médico Hegemónico y sus instituciones, y sus efectos destructivos incluyen la superespecialización, la aplicación irresponsable de la tecnología, la falta absoluta de participación de los ciudadanos en la gestión de su salud, y el control de los servicios sanitarios, de la investigación y de la formación e información por las multinacionales farmacéuticas.
2.-¿Todo el sistema sanitario se cimenta sobre una mentira? ¿Cuál? ¿El dogma científico?
Más que sobre una mentira, sobre una perversión que se alimenta de mentiras. La perversión consiste en haber sustituido el mantenimiento de la salud por la gestión de enfermedades. El Sistema Sanitario no sólo no logra solucionar los problemas de salud, sino que contribuye a agravarlos; de modo que cada vez hay más enfermos, más enfermedades «nuevas» y por supuesto, más productos para combatirlas.
Efectivamente, el sistema sanitario se apoya en la Ciencia, en la posición que ocupa la Ciencia en el Mundo Moderno, que es la posición que antes ocupaba la Religión. El trasvase se gestó a mediados del siglo XVIII, cuando aparece la autoridad médica, los problemas de salud se transforman en enfermedades y los hospitales se convierten en máquinas de medicalizar, que en esencia es tratar por separado problemas que están relacionados.
En cuanto al papel dogmático de la Ciencia, Emmanuel Lizcano lo define muy bien: creencia es aquello que no se puede discutir. Y aunque en teoría la ciencia debe avanzar a base de contrastar hipótesis, en la práctica no sucede así: en la práctica nos encontramos con un discurso dogmático oficial y minorías disidentes que son ninguneadas. Paradójicamente, son estas minorías las que exigen rigor frente al desprecio constante de los oficialistas por los métodos y procedimientos de la Ciencia.
Ejemplos muy claros de esto es lo que está sucediendo con el SIDA o con la Ingeniería genética, problemas a los que dedico atención pormenorizada en «El Rapto de Higea». En el primer caso, el discurso oficial es literalmente un Montaje basado en un fraude: el supuesto descubrimiento del VIH por el Dr. Gallo; en el segundo caso, el discurso oficial en torno a los transgénicos, a la terapia génica, o a la manipulación del genoma, se apoya en conceptos biológicos obsoletos ignorando la investigación básica de las últimas décadas: la Teoría de la Estructura Dinámica, los fenómenos energéticos y evolutivos centrados en las Mitocondrias celulares, el papel crucial de los Tejidos Básicos de Sostén, y un largo etcétera.
3.-La II Guerra Mundial, los nazis… ¿Cuántas personas fueron utilizadas como cobayas de ensayos con fármacos?
No creo que sea posible establecer una cifra exacta. En la documentación que he consultado aparecen cifras distintas según el criterio que se haya seguido para obtenerlas. Está documentado que cientos de miles de personas fueron utilizadas como esclavos en diferentes campos de internamiento al servicio de la industria farmacéutica alemana. Solo en Auschwitz pudieron ser trescientos mil, de los cuales unos 25.000 trabajaron hasta morir para IG Farben. Una parte de estos cientos de miles de prisioneros fueron utilizados como conejillos de indias para diferentes tipos de experimentos.
Pero más allá de la cifras está el hecho cualitativo de la infamia, la impunidad con que actuaron disponiendo de la vida de la gente. Y lo más grave es que continúan haciéndolo ahora, que las grandes multinacionales farmacéuticas -Abott, Bayer, Boeringer-Ingelheim, Bristol-Myers Squibb, GlaxoSmithKline, Johnson & Johnson, Merck, Novartis, Pfizer, Roche, Sanofi-Aventis- que son descendientes de IG Farben y sus aliados, llevan a cabo, con la complicidad de instituciones estatales e internacionales, campañas de terror con las que forzar a la población de todo el planeta -aunque especialmente la del tercer mundo- a convertirse en conejillos de indias para sus productos.
4.-¿Todo el sistema vacunal sistemático es un auténtico farol?
No. Un farol, no. Las vacunas son una consecuencia lógica de la imposición de uno de los dogmas fundamentales del Modelo Médico Hegemónico: la Teoría de la Infección. Una vez que Pasteur y sus seguidores consiguieron -mintiendo y apropiándose y tergiversando las teorías de Antoine Bechamp- imponer la idea de que los microbios causan enfermedades, el siguiente paso lógico era combatirlos; de ahí los antibióticos y las vacunas. Los primeros son productos para matar microbios y las segundas son productos para inducir a nuestro cuerpo a fabricar ejércitos especializados que los combatan.
Podemos sintetizar los argumentos contra las vacunas en tres cuestiones: primera, desde un punto de vista teórico, se basan en una concepción errónea, militarista –ya superada- del llamado «Sistema Inmunitario» en segundo lugar, descendiendo al terreno de la práctica, autores como Fernand Delarue o Yves Couzigou, entre otros, han demostrado con estudios solventes y pormenorizados que las vacunas no han servido en absoluto para acabar con las enfermedades y sí para causar enormes problemas de salud; en tercer lugar, desde un punto de vista más político, las vacunas refuerzan la idea de que las enfermedades vienen del exterior, y de que no somos responsables de nuestros problemas de salud.
5.-¿Buena parte del sistema sanitario y de la industria de «Farmafia» está en manos de clanes de judíos ateos como los Rockefeller o los Rothschild?
Más bien en manos del primero. Rockefeller comenzó a montar su imperio tras la guerra de secesión estadounidense, asentado en el petróleo y las finanzas. Posteriormente comenzó a invertir en medicamentos. Actualmente tiene participación en más de doscientas empresas farmacéuticas.
A principios de siglo, la Fundación Rockefeller comenzó a controlar económicamente una tupida red de instituciones a todos los niveles: La Asociación Médica Americana, importantes universidades, escuelas, agencias gubernamentales, investigadores, academias de ciencias, asociaciones de prensa y medios de comunicación.
En 1910, Rockefeller encargó un informe que resultó demoledor para las medicinas alternativas y los productos naturales, y daba un respaldo total a los fármacos.
Durante la Segunda Guerra Mundial, se asoció con IG Farben y otras empresas alemanas. Y al acabar la guerra, unos y otros se reciclaron y perpetuaron controlando la mayoría de las multinacionales de la Farmacia.
6.-¿Qué papel juegan los medios de «desinformación»?
Constantemente oímos aquello de «la información es poder». Yo no creo que sea exactamente así. El Poder no consiste en tener información, sino en gestionar la información. Por tanto, el Imperio no pretende restringir la información, sino todo lo contrario, quiere informatizar el planeta de modo que todos estemos conectados al mundo virtual en el que todo es –teóricamente- posible.
La velocidad con la que fluye la información en ese mundo virtual impide o dificulta al máximo la posibilidad de analizar y contextualizar, y con ello, la capacidad de transformar la información en conocimiento.
Los medios tienen un papel fundamental en la construcción de esa realidad a la medida del Imperio. Como dice Antonio Maira, su función prioritaria es la creación de opinión pública pero también de «emoción pública», componente fundamental para la manipulación.
En nuestro campo de análisis además existen unos medios de «desinformación» especializados, las publicaciones científicas, auténticas encíclicas de la modernidad en manos del capital de la farmacia y de las élites de expertos del bando oficialista. Ellas son la fuente de información tanto para los profesionales como para el público en general, y por eso son prácticamente inaccesibles para los disidentes.
7.-¿Cómo se defiende usted de todo esto, por ejemplo?
Desobedeciendo, buscando a los rebeldes, a los que disienten, a los que nadan a contracorriente, a los que plantean posiciones críticas frente al discurso oficial. Yo me apoyo en Wilhelm Reich, en Gille Deleuze, en James Petras, en Jesús Ibáñez, en Ivan Illich, en García Calvo… y para aspectos más concretos, en Heinrich Kremer, A. S. Neill, Máximo Sandín, Emmanuel Lizcano, Eneko Landaburu, Paulo Freire, Michel Odent…
Pero no te hablo meramente de un método de trabajo; para mí es una actitud vital, intelectual y emocional. Una forma de mirar las cosas que procuro desarrollar y entrenar constantemente.
Una estrategia básica es la duda, pero no basta con dudar. Para entender la manipulación hay que mirar hacia arriba y hacia abajo, es decir: desenmascarar a los que la ordenan, y tratar de comprender a los que la aceptan, incluso a los que ni siquiera la sospechan.
8.-Háblenos de las citas de Guènon… incluidas en el libro
René Guènon me parece un autor fundamental. En el libro recurro a su obra más asequible, «La crisis del mundo moderno», para contextualizar la crisis de salud en una perspectiva mucho más amplia: la crisis global del mundo moderno, que ha roto con sus raíces tradicionales, que ha perdido la conexión con lo trascendente, con la esencia de su naturaleza que lo hace parte del cosmos, parte de la red de la vida.
En este sentido, en el libro sitúo los problemas de salud en una doble perspectiva: la salud individual y la salud del planeta considerado como un ser vivo en la línea de la teoría Gaia. Desde una perspectiva «macroecológica», los animales humanos somos parte del ecosistema planeta Tierra, pero al mismo tiempo, y desde una perspectiva «microecológica» somos, cada uno, un ecosistema para multitud de microorganismos descendientes de las antiguas bacterias que hace miles de millones de años fueron responsables de la evolución hacia los organismos complejos.
Tenemos que aprender a convivir a los dos niveles, respetando el medio que habitamos y respetando también los seres que nos habitan.
9.-¿Qué conservaría usted del sistema sanitario actual?
El desarrollo tecnológico en el campo de la medicina ha venido muy bien para todas las intervenciones que tengan que ver con los aspectos «mecánicos» del cuerpo; pongamos por caso, reparar un hueso roto, suturar una herida. A medida que nos alejamos de esos aspectos mecánicos y parciales y vamos entrando en lo orgánico y global, los «avances tecnológicos» empiezan a resultar insuficientes, inútiles y, en ocasiones, directamente perjudiciales. ¿Cuánta gente no ha sufrido un peregrinaje desazonador de un especialista a otro sin que ninguno le diga con precisión «lo que tiene»? Esto es así porque ninguno de esos especialistas en trozos del cuerpo, es capaz de contemplar el organismo como totalidad –que es mucho más que la suma de sus partes.
En el marco del Sistema Sanitario oficial, son contados los médicos capaces de una mirada global del paciente, y estos pocos, lo son en la medida en que se hayan interesado por otros enfoques alternativos al dominante.
Entrevista publicada en el suplemento Biocultura de The Ecologist, abril de 2010