América Latina en la geopolítica del imperialismo
Es sabido que el sistema internacional se encuentra en una situación de creciente fluidez. Sin llegar a los excesos en que incurre Zigmunt Bauman cuando postula que todo, desde la modernidad hasta la vida cotidiana, se derrite hasta alcanzar un inverosímil estado líquido, no constituye ningún despropósito afirmar que en los últimos años las grandes placas tectónicas del sistema internacional se han movido y cambiado para siempre, echando por tierra arraigadas certidumbres.
Por ejemplo, aquella que aseguraba –en algunos casos vergonzantemente y en otros con desafiante soberbia– que el imperialismo norteamericano se encaminaba sin contratiempos hacia la concreción del tan ansiado “nuevo siglo americano”, una peligrosa ilusión que se desvaneció tan rápidamente como la niebla matinal el 11 de Septiembre del 2001.
Una de las principales tesis que los lectores encontraran en este libro es precisamente la que sostiene que Estados Unidos se enfrenta al lento pero irreversible debilitamiento de su poder global. Este fenómeno, negado por el común de los apologistas imperiales y sus colonizados publicistas en la periferia, no pasa en cambio desapercibido para sus más lúcidos intelectuales, sabedores estos que el sol no se puede tapar con un dedo y que no basta con ardientes proclamas patrioteras para revertir un proceso de decadencia que obedece a factores estructurales e internacionales de enorme gravitación. La observación histórica confirma la existencia de una tendencia hacia la declinante longevidad de los imperios, mal ante el cual el americano no queda inmune. Pero el mismo registro de estos procesos demuestra también la imprudencia de dejarse tentar por prematuros triunfalismos toda vez que es precisamente en su fase de decadencia y descomposición que los imperios dan rienda suelta a sus más sanguinarias pulsiones…"
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América Latina en la geopolítica del imperialismo
Es sabido que el sistema internacional se encuentra en una situación de creciente fluidez. Sin llegar a los excesos en que incurre Zigmunt Bauman cuando postula que todo, desde la modernidad hasta la vida cotidiana, se derrite hasta alcanzar un inverosímil estado líquido, no constituye ningún despropósito afirmar que en los últimos años las grandes placas tectónicas del sistema internacional se han movido y cambiado para siempre, echando por tierra arraigadas certidumbres.
Por ejemplo, aquella que aseguraba –en algunos casos vergonzantemente y en otros con desafiante soberbia– que el imperialismo norteamericano se encaminaba sin contratiempos hacia la concreción del tan ansiado “nuevo siglo americano”, una peligrosa ilusión que se desvaneció tan rápidamente como la niebla matinal el 11 de Septiembre del 2001.
Una de las principales tesis que los lectores encontraran en este libro es precisamente la que sostiene que Estados Unidos se enfrenta al lento pero irreversible debilitamiento de su poder global. Este fenómeno, negado por el común de los apologistas imperiales y sus colonizados publicistas en la periferia, no pasa en cambio desapercibido para sus más lúcidos intelectuales, sabedores estos que el sol no se puede tapar con un dedo y que no basta con ardientes proclamas patrioteras para revertir un proceso de decadencia que obedece a factores estructurales e internacionales de enorme gravitación. La observación histórica confirma la existencia de una tendencia hacia la declinante longevidad de los imperios, mal ante el cual el americano no queda inmune. Pero el mismo registro de estos procesos demuestra también la imprudencia de dejarse tentar por prematuros triunfalismos toda vez que es precisamente en su fase de decadencia y descomposición que los imperios dan rienda suelta a sus más sanguinarias pulsiones…"