Economía
(de guerra)
La guerra empieza en nuestras mentes, en las películas que vemos, en las relaciones sociales que establecemos, en el sistema educativo…Vivimos en una sociedad que mercantiliza y convierte en negocio desde las relaciones personales a la guerra.
Este libro habla del negocio que se esconde detrás de la guerra, y se presenta como un recorrido por todos los engranajes que se mueven alrededor de la economía militar, en definitiva de guerra.
Es un texto que no engaña en sus pretensiones, pues parte de un propósito claro y preciso: el rechazo a que los conflictos se deban resolver mediante el uso de la fuerza armada, cuando los estados disponen de otros muchos medios para afrontar, transformar o resolver los conflictos humanos.
Soñar en abolir la guerra no debe ser una quimera, para conseguirlo, el mejor camino es plantearse el desarme y la reducción del gasto militar hasta conseguir que la preparación de la guerra no sea un objetivo mercantil con el que lucrarse. Y así conseguir acercarnos a la paz y la justicia, que es, en definitiva, a lo que una política de seguridad debería aspirar.
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Economía
(de guerra)
La guerra empieza en nuestras mentes, en las películas que vemos, en las relaciones sociales que establecemos, en el sistema educativo…Vivimos en una sociedad que mercantiliza y convierte en negocio desde las relaciones personales a la guerra.
Este libro habla del negocio que se esconde detrás de la guerra, y se presenta como un recorrido por todos los engranajes que se mueven alrededor de la economía militar, en definitiva de guerra.
Es un texto que no engaña en sus pretensiones, pues parte de un propósito claro y preciso: el rechazo a que los conflictos se deban resolver mediante el uso de la fuerza armada, cuando los estados disponen de otros muchos medios para afrontar, transformar o resolver los conflictos humanos.
Soñar en abolir la guerra no debe ser una quimera, para conseguirlo, el mejor camino es plantearse el desarme y la reducción del gasto militar hasta conseguir que la preparación de la guerra no sea un objetivo mercantil con el que lucrarse. Y así conseguir acercarnos a la paz y la justicia, que es, en definitiva, a lo que una política de seguridad debería aspirar.