Aunque la historia le ha concedido un lugar secundario, Eduardo Barriobero y Herrán pretendió la transformación más ambiciosa de España: convertir la república de "derechas" en una "República de Trabajadores". El fracaso de esta propuesta, dignificadora de amplios estratos de la población, le llevó directamente al pelotón de fusilamiento. Barriobero ilustra a la perfección la imagen de las dos Españas, la real y la soñada, la de la España que fue y la de aquella que no pudo ser, porque reaccionarios, conservadores, seudoprogresistas, milicia, capital, clero y un sinnúmero de poderes fácticos lo impidieron. Fue precisamente la reacción la encargada, tras la muerte de la persona, de reducir al silencio las aportaciones de Eduardo Barriobero. A la dictadura franquista (1939-1975), que reprimió al hombre, escritos y familia, e intentó cercenar todo vestigio popular o libertario, sucedieron los gobiernos democráticos del último cuarto de siglo XX, que homenajearon con profusión a las figuras republicanas más conocidas (Machado, García Lorca, Alberti, Picasso o Buñuel) mientras evitaron sospechosamente la reivindicación de la izquierda radical, de su cultura y de sus intelectuales. Aunque algunas de estas causas se evalúan a primera vista, queda aún pendiente el análisis riguroso de la sociedad radical, del fenómeno libertario y de las figuras más representativas de la izquierda republicana.