El triángulo fatal
Estados Unidos, Israel y Palestina
El Triángulo Fatal puede que sea el libro más ambicioso sobre el conflicto entre el sionismo y el pueblo palestino desde un punto de vista que involucra de manera crucial a Estados Unidos. Se trata de una contundente exposición de corrupción humana, codicia y deshonestidad intelectual. Asimismo es un magnífico libro de gran importancia y obligada lectura para cualquiera que esté interesado en política exterior. Chomsky reconoce los hechos que se presentan ante él, aunque nadie los había desarrollado antes tan sistemáticamente. Sus fuentes, principalmente de Israel y Estados Unidos, son asombrosamente completas, y él es capaz de distinguir las contradicciones, distinciones e incongruencias entre ellas. La principal afirmación de Chomsky es que Israel y Estados Unidos (especialmente este último) se oponen a la paz, mientras que los árabes, incluyendo a la OLP, llevan años intentando acomodarse a la realidad de Israel. No obstante, Chomsky no es especialmente condescendiente con la OLP, y critica sus "tendencias autodestructivas" y su "carácter suicida". Los regímenes árabes, comenta, no son "decentes", y, bien podría haber añadido, tampoco son populares. Hay algo profundamente inquietante en un intelectual de la talla de Chomsky que, ni tiene un cargo que mantener, ni un territorio que proteger y consolidar. No hay duda de que a los intelectuales, las posturas de este tipo no les granjearán amigos en puestos importantes ni les concederán honores. Es una condición solitaria, sí, pero siempre será mejor que una tolerancia gregaria en el camino trillado del acomodo.
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El triángulo fatal
Estados Unidos, Israel y Palestina
El Triángulo Fatal puede que sea el libro más ambicioso sobre el conflicto entre el sionismo y el pueblo palestino desde un punto de vista que involucra de manera crucial a Estados Unidos. Se trata de una contundente exposición de corrupción humana, codicia y deshonestidad intelectual. Asimismo es un magnífico libro de gran importancia y obligada lectura para cualquiera que esté interesado en política exterior. Chomsky reconoce los hechos que se presentan ante él, aunque nadie los había desarrollado antes tan sistemáticamente. Sus fuentes, principalmente de Israel y Estados Unidos, son asombrosamente completas, y él es capaz de distinguir las contradicciones, distinciones e incongruencias entre ellas. La principal afirmación de Chomsky es que Israel y Estados Unidos (especialmente este último) se oponen a la paz, mientras que los árabes, incluyendo a la OLP, llevan años intentando acomodarse a la realidad de Israel. No obstante, Chomsky no es especialmente condescendiente con la OLP, y critica sus "tendencias autodestructivas" y su "carácter suicida". Los regímenes árabes, comenta, no son "decentes", y, bien podría haber añadido, tampoco son populares. Hay algo profundamente inquietante en un intelectual de la talla de Chomsky que, ni tiene un cargo que mantener, ni un territorio que proteger y consolidar. No hay duda de que a los intelectuales, las posturas de este tipo no les granjearán amigos en puestos importantes ni les concederán honores. Es una condición solitaria, sí, pero siempre será mejor que una tolerancia gregaria en el camino trillado del acomodo.