Jon Klassen es un maestro de la sutileza y la parquedad: con solo tres personajes, muy pocas palabras y muy pocas ilustraciones (eso sí, maravillosas) cuenta una historia llena de aspectos a desarrollar: un pez roba el sombrero de otro, dándose a sí mismo explicaciones tranquilizadoras y dando por supuesto que se va salir con la suya.

Con tan pocos elementos, antes de llegar al final ya hemos soltado la carcajada más de una vez.