Los osos que bailan
Historias reales de gente que añora vivir bajo la tiranía
Durante cientos de años, los gitanos búlgaros entrenaron osos para que bailaran, integrándolos en sus familias y llevándolos de gira por las carreteras. A principios de este siglo, con la caída del comunismo, se vieron obligados a liberarlos en un refugio de vida silvestre. Pero incluso hoy, cuando los osos ven a un humano, todavía se levantan sobre sus patas traseras para bailar. Witold Szabłowski descubre historias extraordinarias de personas en toda Europa del Este y en Cuba que, como los osos bailarines de Bulgaria, ahora son libres, pero parecen nostálgicos de la época en que no lo eran. Sus relatos haciendo autostop en Kosovo mientras se declara su independencia, discutiendo sobre Stalin con las guías turísticas en el Museo de Stalin, durmiendo en la Estación Victoria de Londres junto a una mujer polaca sin hogar o llevando en taxi a cubanos que temen por la vida de Fidel Castro, ofrecen un fascinante retrato de la agitación social y económica, y una mirada a los desafíos de la libertad y la seducción de los Gobiernos autoritarios. «En la mitad de los países de Occidente se hacen promesas vacías envueltas en papel brillante, como caramelos. Y por estos caramelos la gente está encantada de levantarse sobre sus patas traseras y bailar».
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Categories: Antropologia i Sociologia
Los osos que bailan
Historias reales de gente que añora vivir bajo la tiranía
Durante cientos de años, los gitanos búlgaros entrenaron osos para que bailaran, integrándolos en sus familias y llevándolos de gira por las carreteras. A principios de este siglo, con la caída del comunismo, se vieron obligados a liberarlos en un refugio de vida silvestre. Pero incluso hoy, cuando los osos ven a un humano, todavía se levantan sobre sus patas traseras para bailar. Witold Szabłowski descubre historias extraordinarias de personas en toda Europa del Este y en Cuba que, como los osos bailarines de Bulgaria, ahora son libres, pero parecen nostálgicos de la época en que no lo eran. Sus relatos haciendo autostop en Kosovo mientras se declara su independencia, discutiendo sobre Stalin con las guías turísticas en el Museo de Stalin, durmiendo en la Estación Victoria de Londres junto a una mujer polaca sin hogar o llevando en taxi a cubanos que temen por la vida de Fidel Castro, ofrecen un fascinante retrato de la agitación social y económica, y una mirada a los desafíos de la libertad y la seducción de los Gobiernos autoritarios. «En la mitad de los países de Occidente se hacen promesas vacías envueltas en papel brillante, como caramelos. Y por estos caramelos la gente está encantada de levantarse sobre sus patas traseras y bailar».