Movimientos sociales en América Latina
El «mundo otro» en movimiento
Desde el último ciclo de luchas, a finales del siglo pasado, se han producido una gran cantidad de cambios en os movimientos populares y en las formas de acción colectiva que serán analizados en este trabajo. En menos de dos décadas la región pasó de la hegemonía conservadora y neoliberal a la hegemonia progresista, para deslizarse nuevamente haci la derecha cuando comenzó el fin de ciclo de los gobiernos que se inspiraron en la lucha de los movimientos.
En este marco, aquellos movimientos han sufrido mutilaciones: algunos desaparecieron centrifugados en problemas internos, otros fueron coptados por los gobiernos o decidieron plegarse a las instituciones, y pocos quedan en pie. Los que persisten han experimentado cambios notorios, digamos que han llegado a la meseta de la madurez. Unos se han normalizado y ya no presentan un riesgo de desestabilización para los sistemas políticos que han aprendido a relacionarse con ellos. Sin embargo, otros, más bien pocos, han sabido reinventarse, encontrando nuevas fuentes de rejuvenecer su militancia, mantenerse vivos y reforzar sus perfiles antisistémicos.
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Categories: América Latina, Moviments socials
Movimientos sociales en América Latina
El «mundo otro» en movimiento
Desde el último ciclo de luchas, a finales del siglo pasado, se han producido una gran cantidad de cambios en os movimientos populares y en las formas de acción colectiva que serán analizados en este trabajo. En menos de dos décadas la región pasó de la hegemonía conservadora y neoliberal a la hegemonia progresista, para deslizarse nuevamente haci la derecha cuando comenzó el fin de ciclo de los gobiernos que se inspiraron en la lucha de los movimientos.
En este marco, aquellos movimientos han sufrido mutilaciones: algunos desaparecieron centrifugados en problemas internos, otros fueron coptados por los gobiernos o decidieron plegarse a las instituciones, y pocos quedan en pie. Los que persisten han experimentado cambios notorios, digamos que han llegado a la meseta de la madurez. Unos se han normalizado y ya no presentan un riesgo de desestabilización para los sistemas políticos que han aprendido a relacionarse con ellos. Sin embargo, otros, más bien pocos, han sabido reinventarse, encontrando nuevas fuentes de rejuvenecer su militancia, mantenerse vivos y reforzar sus perfiles antisistémicos.