Editorial: Zambra

-

48 págs.

Tiempo de crisis, tiempo de lucha

Nuestra vida se convierte en cásting permanente, un cásting “donde giran los hombres sin descanso”. La trabajadora social, precaria también ella, nos previene antes de la entrevista de trabajo: “La entrevista te la hace un psicólogo. Tienes que mirarle a los ojos, no desviar la mirada. Debes ir aseado, obviamente; si llevas abrigo, cuélgalo en la percha, que no dé la impresión de que tienes prisa. Llega diez minutos antes de la entrevista. Y pregunta algo: cuando te diga que si tienes alguna duda, pregunta, por ejemplo: ¿cuándo empezamos?”. Del gorila amaestrado de Ford al pícaro cínico del posfordismo. En la escuela nos adiestran para las selectividades y desde el televisor se imparte a todas horas la más principal y decisiva asignatura: Educación para la Competencia. Y al tiempo que nos prometen una vida de triunfo y nos repiten sin cesar “Tú sí que vales” nos van enseñando el tortuoso arte de competir por el trabajo y competir en el trabajo.
Luego no viene la rabia, sino la culpa. Las fantasías de la meritocracia, que hemos ido interiorizando de forma casi imperceptible, se derrumban. El diploma universitario o profesional se devalúa, las expectativas se achican, la promesa de hacer fijos a los contratados mes a mes como barrenderos o carteros no acaba de hacerse realidad. El paro y la precariedad se van alternando, constituyéndose en único horizonte. Llega la ansiedad, el tiempo descuajado, las paranoias.

1,00

Comparteix!
 

Tiempo de crisis, tiempo de lucha

1,00

Nuestra vida se convierte en cásting permanente, un cásting “donde giran los hombres sin descanso”. La trabajadora social, precaria también ella, nos previene antes de la entrevista de trabajo: “La entrevista te la hace un psicólogo. Tienes que mirarle a los ojos, no desviar la mirada. Debes ir aseado, obviamente; si llevas abrigo, cuélgalo en la percha, que no dé la impresión de que tienes prisa. Llega diez minutos antes de la entrevista. Y pregunta algo: cuando te diga que si tienes alguna duda, pregunta, por ejemplo: ¿cuándo empezamos?”. Del gorila amaestrado de Ford al pícaro cínico del posfordismo. En la escuela nos adiestran para las selectividades y desde el televisor se imparte a todas horas la más principal y decisiva asignatura: Educación para la Competencia. Y al tiempo que nos prometen una vida de triunfo y nos repiten sin cesar “Tú sí que vales” nos van enseñando el tortuoso arte de competir por el trabajo y competir en el trabajo.
Luego no viene la rabia, sino la culpa. Las fantasías de la meritocracia, que hemos ido interiorizando de forma casi imperceptible, se derrumban. El diploma universitario o profesional se devalúa, las expectativas se achican, la promesa de hacer fijos a los contratados mes a mes como barrenderos o carteros no acaba de hacerse realidad. El paro y la precariedad se van alternando, constituyéndose en único horizonte. Llega la ansiedad, el tiempo descuajado, las paranoias.

Comparteix!