Todo que ganar
Vitoria, 1976 – Madrid, 2014. Casas okupas, capitalismo desenfrenado y resistencias tan cotidianas como reprimidas. Eso es hoy. Y ayer: movimiento obrero, sindicalismo autónomo y vorágine de protestas ante un régimen dictatorial en transición. Un hilo: filial; una hija intentando saber más sobre la existencia y el final de su propia madre. Una constante: tricornios, uniformes y violencia amparada por el Estado. Y una fecha clave: Vitoria, el 3 de marzo de 1976. Una fecha llena de sangre; una matanza. 5 muertos y 130 heridos tras la intervención de la Policía Armada ante una iglesia durante una jornada de huelga.
Juako Escaso sostiene dos hilos para una novela que mira allá donde el poder no querría que mirásemos, a las resistencias y luchas de nuestra falseada transición y de nuestro engañoso presente. Y mirar ahí evidencia también la represión de los aparatos del Estado, marido de conveniencia del capital: la capa de hormigón y sangre vertida para controlar el movimiento obrero autónomo de los 70 y la violencia cotidiana ejercida sin escándalo contra los sujetos hoy de la resistencia. Dos hilos que se unen y tocan para recordar que nuestra única posibilidad es la lucha y que nada que perder es todo que ganar.
19,00€
Categories: Narrativa
Todo que ganar
Vitoria, 1976 – Madrid, 2014. Casas okupas, capitalismo desenfrenado y resistencias tan cotidianas como reprimidas. Eso es hoy. Y ayer: movimiento obrero, sindicalismo autónomo y vorágine de protestas ante un régimen dictatorial en transición. Un hilo: filial; una hija intentando saber más sobre la existencia y el final de su propia madre. Una constante: tricornios, uniformes y violencia amparada por el Estado. Y una fecha clave: Vitoria, el 3 de marzo de 1976. Una fecha llena de sangre; una matanza. 5 muertos y 130 heridos tras la intervención de la Policía Armada ante una iglesia durante una jornada de huelga.
Juako Escaso sostiene dos hilos para una novela que mira allá donde el poder no querría que mirásemos, a las resistencias y luchas de nuestra falseada transición y de nuestro engañoso presente. Y mirar ahí evidencia también la represión de los aparatos del Estado, marido de conveniencia del capital: la capa de hormigón y sangre vertida para controlar el movimiento obrero autónomo de los 70 y la violencia cotidiana ejercida sin escándalo contra los sujetos hoy de la resistencia. Dos hilos que se unen y tocan para recordar que nuestra única posibilidad es la lucha y que nada que perder es todo que ganar.