Etnocracia
Políticas de tierra e identidad en Israel y Palestina
Oren Yiftachel presenta una nueva teoría crítica y un nuevo marco comparativo para explicar la geografía política de las sociedades etnocráticas. Para Yiftachel, una etnocracia es un régimen político que facilita la expansión y el control de tierras en disputa por parte de un determinado grupo étnico. En este régimen, los derechos y las capacidades jurídicas dependen básicamente del origen étnico y la ubicación geográfica. Para el autor «en el caso israelí, la etnocracia se manifiesta como una continuada estrategia sionista de judaización del hogar nacional, construido durante el último siglo como la Tierra de Israel, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo».
Asimismo, los intereses de la (etno)clase fundadora y dominante en Israel -judios ashkenazis de origen europeo- se perpetúan mediante mecanismos de asignación de recursos y de representación que consolidan, por un lado, la separación intrajudía en diversos colectivos desigualmente favorecidos (ashkenazis, mizahíes, rusos, etíopes…), al tiempo que agudizan entre la comunidad palestina de Israel -que representa un veinte por ciento de su población- el sentimiento de no pertenencia a un Estado que se autoproclama «judío y democrático».
«El sionismo sigue siendo un movimiento colonial cuyos objetivos nacionales se basan en la tenencia de la tierra, el asentamiento y el control de la planificación espacial»
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Etnocracia
Políticas de tierra e identidad en Israel y Palestina
Oren Yiftachel presenta una nueva teoría crítica y un nuevo marco comparativo para explicar la geografía política de las sociedades etnocráticas. Para Yiftachel, una etnocracia es un régimen político que facilita la expansión y el control de tierras en disputa por parte de un determinado grupo étnico. En este régimen, los derechos y las capacidades jurídicas dependen básicamente del origen étnico y la ubicación geográfica. Para el autor «en el caso israelí, la etnocracia se manifiesta como una continuada estrategia sionista de judaización del hogar nacional, construido durante el último siglo como la Tierra de Israel, entre el río Jordán y el mar Mediterráneo».
Asimismo, los intereses de la (etno)clase fundadora y dominante en Israel -judios ashkenazis de origen europeo- se perpetúan mediante mecanismos de asignación de recursos y de representación que consolidan, por un lado, la separación intrajudía en diversos colectivos desigualmente favorecidos (ashkenazis, mizahíes, rusos, etíopes…), al tiempo que agudizan entre la comunidad palestina de Israel -que representa un veinte por ciento de su población- el sentimiento de no pertenencia a un Estado que se autoproclama «judío y democrático».
«El sionismo sigue siendo un movimiento colonial cuyos objetivos nacionales se basan en la tenencia de la tierra, el asentamiento y el control de la planificación espacial»