El arriesgado y difícil reto que se impone este libro es evitar sobresaltos de última hora al votante cumplidor y voluntarioso, pero incapaz de tomar una decisión tan importante y complicada como decidir quién va a ser la mano ejecutora de su voluntad, la boca por la que durante cuatro años “Juan García” o “Anna Martí” van a opinar y hasta decidir en el hemiciclo.

Esta práctica guía nace con la vocación de ser sumamente útil para la mayoría del electorado que no se apasiona ante cada nueva representación de la llamada “Fiesta de la Democracia”; puesto que hay aproximadamente un tercio de abstencionistas contumaces y otra quinta parte que se espera hasta última hora para decidir en quién confía, o incluso sin confiar en nadie (visto lo visto) a quién da un voto más rutinario que convencido.

Es a estos grupos de los indecisos bienintencionados y de los abstencionistas reincidentes, a los que las encuestas (o mejor dicho, los que las encargan) conceden la oportunidad de cambiar la composición del gobierno que toque renovar en cada ocasión y territorio. Sobre la otra mitad de la población, la que sabe a quién va a votar (incluso antes de que se presenten las candidaturas), ni esta guía ni las encuestas pueden tener mucha influencia en su cita con las urnas.

Para quien está por votar, aunque sea por seguir una costumbre, en la televisión y en los programas de todos los partidos va a encontrar sobradas razones para hacerlo y, encima, sentir ese exultante orgullo de ser como la mayoría.