-
<p><em>El dogma de la no-violencia</em> se pregunta, la no-violencia, que está en boca de todos, en los protocolos de mediación en la escuela, en la boca de los curas y de los políticos, en el mantra de la televisión o en las reuniones de militantes y activistas, esa no-violencia: ¿es eficaz? ¿es nuestra, la hemos escogido? ¿qué es al final la no-violencia? Desde el momento en que nuestros adversarios políticos defienden tan encarnizadamente la no-violencia, ésta se vuelve sospechosa. El libro parte de la experiencia de situaciones de lucha en la calle durante estos últimos años, en las cuales, por ejemplo, se aplicaba el argumento de la no-violencia para situaciones que eran en realidad solamente de pura debilidad. En el libro se recorre el espectro de la no-violencia, desde sus argumentos hasta su historia, pero igualmente a través de la más reciente historia de las luchas en Barcelona, para llevarnos a un lugar incómodo y difícil, podríamos decir incluso violento, en la medida en que el pensamiento verdadero no es la repetición de algo sabido sino una violencia que se hace sobre la realidad. Porque, donde nos lleva este libro es a la necesidad de tener que volver a pensar, en el interior de la relación de fuerzas elementales que nos constituye: ¿cómo nos defendemos y cómo podríamos defendernos?</p>
-
<p>Pasolini siempre tuvo una fuerte vocación por el diálogo. Así, a partir de 1960, la revista Vie nuove dedicará una sección donde recoge cartas dirigidas al escritor italiano, que él se encargaba de responder cada semana. Le escribían estudiantes, obreros, aspirantes a escritor, amas de casa, etc., en busca de consejo, inspiración, para compartir alguna crítica, y en ocasiones con la intención de polemizar con Pasolini.</p>
-
<p>La filósofa Patricia Manrique ha logrado en poco más de 200 páginas algo que parecía imposible: llevarnos en un profundo viaje filosófico, hacer temblar algunos de nuestros espacios de confort militante y estimular una visión política, polética y polírica que haga de la utopía algo tan cercano como nuestra escalera de vecinas.</p> <p>Las ideas que pone en juego Patricia Manrique provienen del pensamiento radical occidental, de los feminismos del sur o incluso de algunos de los núcleos de resistencia originarios para devolvernos, al final del viaje, a nuestras comunidades de vida cotidianas. Este libro es un profundo cuestionamiento a la racionalidad neoliberal, “un canto al placer en la defensa de la vida, a la dicha que proporciona vivirla sabiendo que no estamos solas y a una felicidad que procura una nueva riqueza que nada tiene que ver con el capital y que, poco a poco, estamos inventado en común”.</p>
-
<p>En la convulsa Barcelona del final dels anys seixanta, un pare descobreix unes fotos de caràcter sexual a l’habitació del fill universitari. Entre aquestes, però, encara en troba una de més compromesa: la d’un home mort. A partir de la troballa, el pare començarà a investigar l’agitada vida del jove immers fins al coll en les lluites contra la dictadura. M’enterro en els fonaments és una obra clàssica de Manuel de Pedrolo. Una novel·la negra amb un marcat component polític que, més enllà de retratar la societat catalana sota les botes del règim, ens parla sobre la culpa, la incomprensió, el sexe o la violència. I més encara, sobre l’etern dilema moral de si el fi justifica els mitjans.</p>
-
<p>El primer número de la revista semestral sinpermiso sale con 283 páginas. En el sumario de este primer ejemplar se han incluido artículos de <strong>Antoni Domènech, Eric Olin Wright, Noam Chomsky, Daniel Dennett, María Julia Bertomeu, Mike Davis, Adolfo Gilly, David Harvey, Jacques Bouveresse, Rhina Roux, Joaquín Miras, Raquel Guetiérrez, Carlo Ginzburg, Sam Bowles, Tariq Ali y Daniel Raventós</strong>.</p> <p>En el apartado llamado “el propósito de sinpermiso” se indica lo siguiente:</p> <p><em>El núcleo promotor de esta iniciativa está compuesto de gentes de tres generaciones y de ambos lados del Atlántico cuya biografía política e intelectual ha estado ligada de diversas formas –incluidas, por ejemplo, en los más veteranos, la experiencia de la militancia revolucionaria bajo las dictaduras militares o la resistencia clandestina al franquismo— a distintas corrientes y subculturas de la gran tradición socialista contemporánea. Entre las muchas equivocaciones que admiten haber cometido en su vida política, no está la de haberse equivocado nunca de enemigo. Siguen considerándose socialistas, si más no porque en estos últimos lustros de desconcierto y disolución, atenidos con latina terquedad al programa moral cervantino, no han sido “movidos por promesas”, ni “desmoronados por dádivas”, ni “inclinados por la sumisión” —ni, habría que añadir, íntimamente vencidos por la calumnia—. Pero nuestra relación con la tradición socialista es laica: todos rechazamos el narcisismo moralizante de los redentores de cátedra aupados a las espaldas de los gigantes revolucionarios del pasado. Sea dicho de entrada: no nos proponemos resolver o aun enfrentar la crisis del ideario y la derrota de la acción socialistas con que ha terminado el siglo XX reduciéndonos al procedimiento, estérilmente académico, de limpiar, pulir y dar esplendor semántico a la palabra “socialismo”, a fin de disputar conceptualmente que ésta o aquélla experiencia, tal o cual doctrina autodenominadas socialistas hayan sido “genuinamente socialistas”. Para bien o para mal (tal vez para bien y para mal), el socialismo, en el amplio sentido de la palabra –que incluye a los diversos anarquismos, a los diversos comunismos y a los diversos laborismos que en el mundo han sido y, de uno u otro modo, siguen siendo— ha llenado la historia social y política real de los últimos ciento cincuenta años, encarnado en los más diversos y encontrados movimientos populares del planeta entero (...)Y como tal realidad histórica, complicadísima, versátil y tornadiza, ha de ser el socialismo comprendido, criticado y –he aquí nuestro primer designio— auto-criticado, y acaso, recobrado, y acaso, humildemente continuado</em>.</p>