Editorial: Hiru Argitaletxea

ISBN: 9788496584402

166 págs.

Bordieu, sabio y político

Pierre Bourdieu no habría resultado tan molesto para su época si hubiera asumido el papel previsto para personas como él. Se esperaba que su estatus de hombre de ciencia, poseedor de un conocimiento enorme, debía protegerle del contacto con realidades y modos de pensar «vulgares». Pero él no quiso aceptar ese papel de «sabio en la burbuja», lo que le valió numerosos reproches, pues no entendían que siendo uno de los intelectuales más prestigiosos y privilegiados de su tiempo se hubiera propuesto –y hubiera logrado– acercarse también a la gente normal. Bouveresse y Bourdieu simpatizaron desde el principio, en gran parte debido a la similitud de sus reacciones sobre el modo en que la «razón sabia» debía tratar al «sentido común» y a la gente común. Bourdieu decía que «nunca había sentido justificado su existir en tanto que intelectual». Y consiguió traspasar esa barrera.
«Cuando se me pregunta qué he aprendido leyendo a Bourdieu y por qué tengo una deuda tan importante con él –una pregunta completamente comprensible, dado el tipo de cuestiones de las que más me he ocupado en filosofía– estoy tentado a responder que precisamente me obligó no a pensar como él (porque sobre muchas cuestiones siempre he pensado y sigo pensando de manera diferente), sino a pensar más por mí mismo; en otras palabras, a pensar más libremente». (Jacques Bouveresse)

15,00

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Bordieu, sabio y político

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Pierre Bourdieu no habría resultado tan molesto para su época si hubiera asumido el papel previsto para personas como él. Se esperaba que su estatus de hombre de ciencia, poseedor de un conocimiento enorme, debía protegerle del contacto con realidades y modos de pensar «vulgares». Pero él no quiso aceptar ese papel de «sabio en la burbuja», lo que le valió numerosos reproches, pues no entendían que siendo uno de los intelectuales más prestigiosos y privilegiados de su tiempo se hubiera propuesto –y hubiera logrado– acercarse también a la gente normal. Bouveresse y Bourdieu simpatizaron desde el principio, en gran parte debido a la similitud de sus reacciones sobre el modo en que la «razón sabia» debía tratar al «sentido común» y a la gente común. Bourdieu decía que «nunca había sentido justificado su existir en tanto que intelectual». Y consiguió traspasar esa barrera.
«Cuando se me pregunta qué he aprendido leyendo a Bourdieu y por qué tengo una deuda tan importante con él –una pregunta completamente comprensible, dado el tipo de cuestiones de las que más me he ocupado en filosofía– estoy tentado a responder que precisamente me obligó no a pensar como él (porque sobre muchas cuestiones siempre he pensado y sigo pensando de manera diferente), sino a pensar más por mí mismo; en otras palabras, a pensar más libremente». (Jacques Bouveresse)

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