La camaradería amorosa

Y otros textos

Definir el amor es como definir la libertad: lo que lo determina realmente es la práctica. Existen muchas prácticas del amor, muchas experiencias. La camaradería amorosa convoca a una nueva manera de reflexión sobre el amor, sin condicionantes en su práctica, tan solo los aprendizajes sanos de una educación de la voluntad. Liberarse amando.
La rebelión de Émile Armand fue prolija y masiva. Primero se rebeló contra su propio nombre, Ernest Lucien Juin: una institución familiar. Luego contra su credo católico: una obligación moral. Después contra el matrimonio: una condena social. Y más tarde contra el poder en general. Abrazó la camaradería amorosa, precursora combinación de sensualidad y libertad, de amor y respeto. Y asumió una nueva identidad: el individualismo anarquista. Si la hipocresía es la madre del hombre mediocre y la avidez es el padre, Armand pretendió crear una generación temprana de hijos libres, egoístas alegres, hombres-niño que supieran detectar con su cuerpo la mezquindad del poder justo allí donde éste se acerca en actitud cómplice.

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Émile Armand (París 1872-Roven 1962), seudónimo de Ernest Lucien Juin, es quizás el más accesible y penetrante de los teóricos del individualismo anarquista. Ensayista, poeta, periodista, traductor y editor, ejerció gran influencia en ciertos medios libertarios españoles de las primeras décadas del siglo xx. Fue un hombre de una tremenda vitalidad y gran amplitud de miras, como lo demuestra su extensa producción literaria. El pensamiento de É. Armand gira entorno a tres ideas clave: el individualismo anarquista, la camaradería amorosa —o sexualidad sin trabas— y la libre agrupación de individuos para la vida en común, sin Estado ni autoridad. Sus esfuerzos por derrumbar los prejuicios morales y sexuales lo situaron fuera de su época, y de la nuestra.
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Definir el amor es como definir la libertad: lo que lo determina realmente es la práctica. Existen muchas prácticas del amor, muchas experiencias. La camaradería amorosa convoca a una nueva manera de reflexión sobre el amor, sin condicionantes en su práctica, tan solo los aprendizajes sanos de una educación de la voluntad. Liberarse amando.
La rebelión de Émile Armand fue prolija y masiva. Primero se rebeló contra su propio nombre, Ernest Lucien Juin: una institución familiar. Luego contra su credo católico: una obligación moral. Después contra el matrimonio: una condena social. Y más tarde contra el poder en general. Abrazó la camaradería amorosa, precursora combinación de sensualidad y libertad, de amor y respeto. Y asumió una nueva identidad: el individualismo anarquista. Si la hipocresía es la madre del hombre mediocre y la avidez es el padre, Armand pretendió crear una generación temprana de hijos libres, egoístas alegres, hombres-niño que supieran detectar con su cuerpo la mezquindad del poder justo allí donde éste se acerca en actitud cómplice.

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Émile Armand (París 1872-Roven 1962), seudónimo de Ernest Lucien Juin, es quizás el más accesible y penetrante de los teóricos del individualismo anarquista. Ensayista, poeta, periodista, traductor y editor, ejerció gran influencia en ciertos medios libertarios españoles de las primeras décadas del siglo xx. Fue un hombre de una tremenda vitalidad y gran amplitud de miras, como lo demuestra su extensa producción literaria. El pensamiento de É. Armand gira entorno a tres ideas clave: el individualismo anarquista, la camaradería amorosa —o sexualidad sin trabas— y la libre agrupación de individuos para la vida en común, sin Estado ni autoridad. Sus esfuerzos por derrumbar los prejuicios morales y sexuales lo situaron fuera de su época, y de la nuestra.
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