El talón de hierro

Cuando León Trotski leyó El talón de hierro a instancias de una hija de Jack London, muchos años después de la aparición de la novela y de la muerte de su autor, se declaró sorprendido y admirado por lo que creyó que había sido una brillante anticipación del fascismo. Han tenido que pasar muchos años más para que lo profético de esta novela alcance toda su verdad y todo su relieve; pues lo que London imaginó en verdad fue esta fase de gran opresión capitalista «democrática» que el mundo está viviendo durante las últimas décadas bajo el «talón de hierro» del Imperio Norteamericano. Su profecía no fue, pues, propiamente, la de la irrupción del fascismo en la escena mundial en aquellos años que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial, sino que él hizo y mostró su descubrimiento de la entraña venenosa del capitalismo «democrático», capaz de albergar en sus urnas todo un mundo de horrores, bajo la enseña del mercado y de la globalización. Es el huevo de esta serpiente lo que London «vio» en su imaginación de gran novelista. ¿Las urnas de la democracia serían, entonces, una especie de sucursales de la Caja de Pandora? Entre los admiradores de esta insólita novela hay que contar, además de a Trotski, al gran escritor Anatole France, que hizo un prólogo entusiasta para la primera edición francesa, y a Howard Zinn, que ha escrito el prólogo de ésta.

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Categorías: Narrativa

 
Jack London nació en San Francisco en 1876 con el nombre de John Griffith Chaney, hijo de la profesora de música, Flora Wellman, y del astrólogo William Chaney, quien negó su paternidad y se marchó antes de que naciera el joven John. Su madre se volvió a casar con el veterano de la guerra civil John London y la familia se mudó a Oakland. London adoptó el apellido de su padrastro y abandonó el colegio a los catorce años. Empezó a tener una serie de trabajos de subsistencia en la bahía de San Francisco. En 1893 se incorporó como marinero al Sophie Sutherland, un buque de caza de focas que se dirigiría a Japón pasando por las aguas del mar de Bering. Entonces tenía diecisiete años. Regresó a Estados Unidos en plenas protestas de las guerras laborales y la depresión que más adelante se conocería como el Pánico de 1893 y se unió a la marcha de protesta de Coxey’s Army, hacia Washington para reivindicar mejoras laborales. Tras haber estado encarcelado durante 30 días, London regresó a California y se matriculó brevemente en la Universidad de Berkeley, hasta que se quedó sin dinero. Entonces, se embarcó en la aventura de la fiebre del oro en la región de Klondike del territorio del Yukón canadiense. Tras una combinación de desnutrición y ganancias escasas volvió a casa después de once meses; más adelante, escribiría «no me traje nada de Klondike salvo escorbuto», aunque no era del todo cierto, pues esta experiencia vital dio lugar a varios relatos breves que trataban temas existenciales ambientados en este entorno tan hostil, al tiempo que los individuos que conoció en el norte se convirtieron en personajes de sus narraciones. En 1903 le llegó el turno a un perro, Jack, que se convirtió en Buck, el protagonista de La llamada de la naturaleza, con un éxito instantáneo. A esta siguieron obras como El lobo de mar (1904), Colmillo blanco (1907), El Talón de Hierro (1908), su novela más política. London se casó con la profesora Bess Maddern en 1900 y la pareja tuvo dos hijas. En 1904, se embarcó en una misión como corresponsal de guerra y envió noticias del conflicto ruso-japonés al San Francisco Examiner. Tras el fracaso de su primer matrimonio, London se casó con Charmian Kittredge y, en 1906, se compró un barco, el Snark, en el que intentó navegar por todo el mundo. Más adelante, escribió un reportaje de la travesía, El crucero del Snark (1911), y sus Cuentos de los mares del sur (1911), una colección de relatos cortos sobre el viaje, se considera una de sus mejores obras. En 1909 escribió Martin Eden, su novela más autobiográfica.
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Cuando León Trotski leyó El talón de hierro a instancias de una hija de Jack London, muchos años después de la aparición de la novela y de la muerte de su autor, se declaró sorprendido y admirado por lo que creyó que había sido una brillante anticipación del fascismo. Han tenido que pasar muchos años más para que lo profético de esta novela alcance toda su verdad y todo su relieve; pues lo que London imaginó en verdad fue esta fase de gran opresión capitalista «democrática» que el mundo está viviendo durante las últimas décadas bajo el «talón de hierro» del Imperio Norteamericano. Su profecía no fue, pues, propiamente, la de la irrupción del fascismo en la escena mundial en aquellos años que desembocaron en la Segunda Guerra Mundial, sino que él hizo y mostró su descubrimiento de la entraña venenosa del capitalismo «democrático», capaz de albergar en sus urnas todo un mundo de horrores, bajo la enseña del mercado y de la globalización. Es el huevo de esta serpiente lo que London «vio» en su imaginación de gran novelista. ¿Las urnas de la democracia serían, entonces, una especie de sucursales de la Caja de Pandora? Entre los admiradores de esta insólita novela hay que contar, además de a Trotski, al gran escritor Anatole France, que hizo un prólogo entusiasta para la primera edición francesa, y a Howard Zinn, que ha escrito el prólogo de ésta.

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Categorías: Narrativa

Editorial: Hiru Argitaletxea

340 págs.

Jack London nació en San Francisco en 1876 con el nombre de John Griffith Chaney, hijo de la profesora de música, Flora Wellman, y del astrólogo William Chaney, quien negó su paternidad y se marchó antes de que naciera el joven John. Su madre se volvió a casar con el veterano de la guerra civil John London y la familia se mudó a Oakland. London adoptó el apellido de su padrastro y abandonó el colegio a los catorce años. Empezó a tener una serie de trabajos de subsistencia en la bahía de San Francisco. En 1893 se incorporó como marinero al Sophie Sutherland, un buque de caza de focas que se dirigiría a Japón pasando por las aguas del mar de Bering. Entonces tenía diecisiete años. Regresó a Estados Unidos en plenas protestas de las guerras laborales y la depresión que más adelante se conocería como el Pánico de 1893 y se unió a la marcha de protesta de Coxey’s Army, hacia Washington para reivindicar mejoras laborales. Tras haber estado encarcelado durante 30 días, London regresó a California y se matriculó brevemente en la Universidad de Berkeley, hasta que se quedó sin dinero. Entonces, se embarcó en la aventura de la fiebre del oro en la región de Klondike del territorio del Yukón canadiense. Tras una combinación de desnutrición y ganancias escasas volvió a casa después de once meses; más adelante, escribiría «no me traje nada de Klondike salvo escorbuto», aunque no era del todo cierto, pues esta experiencia vital dio lugar a varios relatos breves que trataban temas existenciales ambientados en este entorno tan hostil, al tiempo que los individuos que conoció en el norte se convirtieron en personajes de sus narraciones. En 1903 le llegó el turno a un perro, Jack, que se convirtió en Buck, el protagonista de La llamada de la naturaleza, con un éxito instantáneo. A esta siguieron obras como El lobo de mar (1904), Colmillo blanco (1907), El Talón de Hierro (1908), su novela más política. London se casó con la profesora Bess Maddern en 1900 y la pareja tuvo dos hijas. En 1904, se embarcó en una misión como corresponsal de guerra y envió noticias del conflicto ruso-japonés al San Francisco Examiner. Tras el fracaso de su primer matrimonio, London se casó con Charmian Kittredge y, en 1906, se compró un barco, el Snark, en el que intentó navegar por todo el mundo. Más adelante, escribió un reportaje de la travesía, El crucero del Snark (1911), y sus Cuentos de los mares del sur (1911), una colección de relatos cortos sobre el viaje, se considera una de sus mejores obras. En 1909 escribió Martin Eden, su novela más autobiográfica.
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