Guerra ha de haber
Una joven se siente fascinada por el rostro de un fotógrafo húngaro que participó en la Guerra Civil española y en la Resistencia francesa, un rostro olvidado que sale a su encuentro repetidas veces, hasta terminar convirtiéndose en su particular obsesión vital.
Será un anciano poeta republicano quien, siguiendo la estela del reportero húngaro, hablará a la protagonista de un episodio casi desconocido que tuvo lugar en las postrimerías de la II Guerra Mundial: tras la liberación de Francia, unos 4.000 soldados españoles, victoriosos sobre el nazismo, emprendieron la locura de invadir la Península Ibérica atravesando los Pirineos, con la intención de conquistar el valle de Arán y resistir allí hasta forzar la intervención de los Aliados.
La narradora, a medio camino entre Madrid y como okupa en Londres, nos lleva a las movilizaciones antiglobalización y del No a la guerra, a una de las cumbres del G8 y a los atentados terroristas que trágicamente hermanaron ambas ciudades; nos conduce por una trama que esgrime para dibujar la línea interrumpida de la esperanza, para sacudirse el desencanto y la derrota, para defender una tesis que pasa ineludiblemente por la memoria como asidero contra el tiempo y como reivindicación de otro mundo que fue posible: la Segunda República.
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Categorías: Narrativa
Guerra ha de haber
Una joven se siente fascinada por el rostro de un fotógrafo húngaro que participó en la Guerra Civil española y en la Resistencia francesa, un rostro olvidado que sale a su encuentro repetidas veces, hasta terminar convirtiéndose en su particular obsesión vital.
Será un anciano poeta republicano quien, siguiendo la estela del reportero húngaro, hablará a la protagonista de un episodio casi desconocido que tuvo lugar en las postrimerías de la II Guerra Mundial: tras la liberación de Francia, unos 4.000 soldados españoles, victoriosos sobre el nazismo, emprendieron la locura de invadir la Península Ibérica atravesando los Pirineos, con la intención de conquistar el valle de Arán y resistir allí hasta forzar la intervención de los Aliados.
La narradora, a medio camino entre Madrid y como okupa en Londres, nos lleva a las movilizaciones antiglobalización y del No a la guerra, a una de las cumbres del G8 y a los atentados terroristas que trágicamente hermanaron ambas ciudades; nos conduce por una trama que esgrime para dibujar la línea interrumpida de la esperanza, para sacudirse el desencanto y la derrota, para defender una tesis que pasa ineludiblemente por la memoria como asidero contra el tiempo y como reivindicación de otro mundo que fue posible: la Segunda República.