A pesar de provenir de trayectorias muy diferentes, Toni Hernán y Liam Keller comparten una situación laboral precaria de futuro incierto y un destino de trabajo en Marte.
La OPEC (Organización de Planetas Exportadores de Coltán) ha convertido el Planeta Rojo en una colonia de explotación minera habitada por un reducido equipo de trabajadores, encargados del mantenimiento de las instalaciones, y por varias docenas de híbridos, quimeras de laboratorio creadas a partir de ADN humano y de chimpancé, que realizan los trabajos de extracción del mineral.

Hijos de Marte es puro pulp, con viajes interplanetarios, megacorporaciones y seres creados por modificación genética. Y como la buena literatura pulp, su apariencia de divertimento salvaje esconde detrás un subtexto crítico, en este caso, en torno al colonialismo, el racismo y la explotación laboral. Ambos autores, vinculados profesionalmente al mundo de la ciencia, añaden a la historia elementos de su experiencia personal para denunciar la precariedad del sector y la toxicidad corporativa que lo rige.