Editorial: Virus Editorial

Colección: memoria

ISBN: 9788492559152

344 págs.

Edición: Primera edición | junio de 2010

Insurgencia libertaria

Las Juventudes Libertarias en la lucha contra el franquismo

Pese a la dispersión de la militancia libertaria tras 1939, el movimiento libertario mantuvo en el exilio el pulso de sus organizaciones, aunque con un pesado lastre de enfrentamientos internos. La colaboración gubernamental durante la guerra, dio pie a una división entre «puristas» y «colaboracionistas» a menudo más nominal y biográfica que política, pero que condicionó los debates de posguerra. No obstante, entre los núcleos de anarquistas huidos de la Península se fue generando una red de contactos, publicaciones, ateneos, encuentros internacionales etc., que la dirección cenetista en Toulouse quiso centralizar jugando, a la larga, un papel entorpecedor y paralizante.
En este contexto, y tras el declive de las tentativas guerrilleras de Sabaté y Facerías, algunos jóvenes crecidos en el exilio y otros llegados del interior, con la ayuda de ciertos veteranos, buscaban un nuevo marco para el movimiento libertario: fortalecer la creación de grupos en la Península y priorizar la acción directa como instrumento para minar el Estado fascista. Así nacería Defensa Interior, organismo destinado a llevar a cabo acciones armadas, aprobado en 1961 por la CNT. Esta decisión prometía, para los hastiados de la burocracia, una nueva etapa que recuperaría el sentido y el protagonismo de la acción libertaria. Militantes de Juventudes Libertarias como los hermanos Gurucharri u Octavio Alberola, y viejos luchadores del calibre de García Oliver o Cipriano Mera apostaron honestamente por el DI; mientras la dirección cenetista lo saboteaba de manera sistemática. Pese a ello, entre 1962 y 1970 se llevaron a cabo una cincuentena de acciones que, después de la supresión formal del DI en 1965,  fueron continuadas por las Juventudes Libertarias y el Grupo Primero de Mayo. Entre estas acciones se encuentran el secuestro del delegado español en el Vaticano monseñor Marcos Ussía, y varios planes frustrados contra el dictador Francisco Franco.
El rechazo creciente de la dirección del Movimiento Libertario, en manos de personas como Federica Montseny o Germinal Esgleas, las ejecuciones de Delgado y Granados, las detenciones de importantes militantes en el interior y las propias redadas de las autoridades francesas contra los sectores más activos del exilio acabarían por asfixiar esta vía. Se frustraron así las ilusiones de una nueva generación de libertarios que, mientras fracasaba el intento de renovar y relanzar las organizaciones históricas del anarquismo ibérico, encontraban en los movimientos en torno a los que se fraguó el Mayo del 68 y en el contacto con otros jóvenes anarquistas europeos la posibilidad de una acción revolucionaria al margen de las viejas estructuras.

15,00

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Salvador Gurucharri Ochoa (Barcelona, 1936) ingresó en la sección londinense de la CNT y la FIJL en 1956, desde donde estableció lazos con las Juventudes Libertarias de París. Participó en el proceso de reunificación de la CNT en 1960 y en las fases preparatorias de Defensa Interior. Como secretario de la Comisión de Relaciones de la FIJL participa en la Comisión de Defensa. Fue detenido en 1963, en una macrorredada de las autoridades francesas contra medios libertarios, y asignado a vigilancia en París, donde integró la Comisión de Relaciones clandestina. En 1965 marchó a Bruselas para constituir la Delegación Exterior de la FIJL. Tras su vuelta a España en 1976 se situó en la corriente oficial sin participar en el desgarrador V Congreso. En los años noventa milita en la CNT de Cataluña desconfederada. Dirigió Solidaridad Obrera hasta 1999 y es autor Bibliografía del anarquismo español 1869-1975. Anotaciones para una bibliografía razonada (Barcelona, 2004). Tomás Ibáñez Gracia (Zaragoza, 1944) durante los años sesenta participó desde París en el movimiento anarquista francés y en la lucha antifranquista de los jóvenes libertarios españoles en el exilio. Miembro de la Comisión de Relaciones de la FIJL entre enero de 1966 y abril de 1969, fue desterrado de París y asignado a vigilancia en una remota región francesa tras participar en los hechos de Mayo del 68. Tras regresar a Barcelona en 1973 se involucró, ya muerto Franco, en el resurgir multitudinario de la CNT y del movimiento libertario. Después del V Congreso abandonó la militancia anarcosindicalista hasta el año 2000 en que se afilió a CGT. Cofundador de la revista Archipiélago, actualmente escribe para revistas libertarias de diversos países. Entre otros libros, es autor de ¿Por qué A? Fragmentos dispersos para un anarquismo sin dogmas (2006), Poder y Libertad (1982), Municiones para disidentes (2001) o Contra la Dominación (2005).
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Las Juventudes Libertarias en la lucha contra el franquismo

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Pese a la dispersión de la militancia libertaria tras 1939, el movimiento libertario mantuvo en el exilio el pulso de sus organizaciones, aunque con un pesado lastre de enfrentamientos internos. La colaboración gubernamental durante la guerra, dio pie a una división entre «puristas» y «colaboracionistas» a menudo más nominal y biográfica que política, pero que condicionó los debates de posguerra. No obstante, entre los núcleos de anarquistas huidos de la Península se fue generando una red de contactos, publicaciones, ateneos, encuentros internacionales etc., que la dirección cenetista en Toulouse quiso centralizar jugando, a la larga, un papel entorpecedor y paralizante.
En este contexto, y tras el declive de las tentativas guerrilleras de Sabaté y Facerías, algunos jóvenes crecidos en el exilio y otros llegados del interior, con la ayuda de ciertos veteranos, buscaban un nuevo marco para el movimiento libertario: fortalecer la creación de grupos en la Península y priorizar la acción directa como instrumento para minar el Estado fascista. Así nacería Defensa Interior, organismo destinado a llevar a cabo acciones armadas, aprobado en 1961 por la CNT. Esta decisión prometía, para los hastiados de la burocracia, una nueva etapa que recuperaría el sentido y el protagonismo de la acción libertaria. Militantes de Juventudes Libertarias como los hermanos Gurucharri u Octavio Alberola, y viejos luchadores del calibre de García Oliver o Cipriano Mera apostaron honestamente por el DI; mientras la dirección cenetista lo saboteaba de manera sistemática. Pese a ello, entre 1962 y 1970 se llevaron a cabo una cincuentena de acciones que, después de la supresión formal del DI en 1965,  fueron continuadas por las Juventudes Libertarias y el Grupo Primero de Mayo. Entre estas acciones se encuentran el secuestro del delegado español en el Vaticano monseñor Marcos Ussía, y varios planes frustrados contra el dictador Francisco Franco.
El rechazo creciente de la dirección del Movimiento Libertario, en manos de personas como Federica Montseny o Germinal Esgleas, las ejecuciones de Delgado y Granados, las detenciones de importantes militantes en el interior y las propias redadas de las autoridades francesas contra los sectores más activos del exilio acabarían por asfixiar esta vía. Se frustraron así las ilusiones de una nueva generación de libertarios que, mientras fracasaba el intento de renovar y relanzar las organizaciones históricas del anarquismo ibérico, encontraban en los movimientos en torno a los que se fraguó el Mayo del 68 y en el contacto con otros jóvenes anarquistas europeos la posibilidad de una acción revolucionaria al margen de las viejas estructuras.

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Salvador Gurucharri Ochoa (Barcelona, 1936) ingresó en la sección londinense de la CNT y la FIJL en 1956, desde donde estableció lazos con las Juventudes Libertarias de París. Participó en el proceso de reunificación de la CNT en 1960 y en las fases preparatorias de Defensa Interior. Como secretario de la Comisión de Relaciones de la FIJL participa en la Comisión de Defensa. Fue detenido en 1963, en una macrorredada de las autoridades francesas contra medios libertarios, y asignado a vigilancia en París, donde integró la Comisión de Relaciones clandestina. En 1965 marchó a Bruselas para constituir la Delegación Exterior de la FIJL. Tras su vuelta a España en 1976 se situó en la corriente oficial sin participar en el desgarrador V Congreso. En los años noventa milita en la CNT de Cataluña desconfederada. Dirigió Solidaridad Obrera hasta 1999 y es autor Bibliografía del anarquismo español 1869-1975. Anotaciones para una bibliografía razonada (Barcelona, 2004). Tomás Ibáñez Gracia (Zaragoza, 1944) durante los años sesenta participó desde París en el movimiento anarquista francés y en la lucha antifranquista de los jóvenes libertarios españoles en el exilio. Miembro de la Comisión de Relaciones de la FIJL entre enero de 1966 y abril de 1969, fue desterrado de París y asignado a vigilancia en una remota región francesa tras participar en los hechos de Mayo del 68. Tras regresar a Barcelona en 1973 se involucró, ya muerto Franco, en el resurgir multitudinario de la CNT y del movimiento libertario. Después del V Congreso abandonó la militancia anarcosindicalista hasta el año 2000 en que se afilió a CGT. Cofundador de la revista Archipiélago, actualmente escribe para revistas libertarias de diversos países. Entre otros libros, es autor de ¿Por qué A? Fragmentos dispersos para un anarquismo sin dogmas (2006), Poder y Libertad (1982), Municiones para disidentes (2001) o Contra la Dominación (2005).
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