Editorial: Eleuterio

ISBN: 9789569261206

116 págs.

LA CUESTIÓN FEMENINA EN NUESTROS MEDIOS

Como integrante del movimiento anarquista y feminista, Lucía Sánchez Saornil fue blanco de la amnesia histórica, dado que, a pesar de la gran importancia que tuvo en el movimiento anarquista y anarcosindicalista español en la primera década del siglo XX, aún es una “ilustre desconocida”.
De sus publicaciones en los diarios anarquistas y anarcosindicalistas, por las cuales le llevaron años más tarde a Federica Montseny a reconocerla “como la que mejor escribía de todas [las militantes]”, se destaca su crítica contundente al machismo estructural dentro de la CNT. Eso puede ser evidenciado por medio de la oposición trabada entre ella y Mariano Vásquez sobre la “cuestión femenina en nuestros medios”, en las páginas del periódico barcelonés Solidaridad Obrera, a fines de 1935. En seis corajudos artículos que escribió denuncia que a pesar de que la CNT reconoce en la teoría y en el derecho la igualdad en relación a los hombres, en la práctica la situación de las mujeres era completamente diferente.
La crítica de Lucía abarcaba desde el enfoque centrado en la cuestión económica hasta el contradictorio comportamiento autoritario de los hombres anarquistas en el ambiente privado. De esta forma, era imposible separar el problema femenino del social, esto es, no se podía separar la lucha contra el Estado y el capitalismo de la lucha contra el patriarcado. En suma, no podría haber igualdad social si parte de la sociedad, en este caso, las mujeres, se encontraban inferiorizadas por sus compañeros de hogar y de lucha política. Si la emancipación de los trabajadores debía ser obra de los propios trabajadores y conquistada mediante una lucha autónoma basada en la acción directa, la emancipación femenina sólo podría ser alcanzada mediante el mismo proceso.
La cuestión femenina en nuestros medios reúne los seis artículos donde Lucía polemiza con Mariano Vásquez, al mismo tiempo que compila un conjunto de cartas y documentos que reconstruyen el obrar de “Mujeres Libres”, revista y organización que inició junto a Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gáscon. “Mujeres Libres”, como revista, tuvo trece ediciones, mientras que como federación llegó a movilizar más de veinte mil mujeres en su lucha –de género y de clase– por la emancipación, estableciendo diversas acciones para modificar, a corto y a largo plazo, la situación de la mujer en la España durante la guerra y la revolución.

11,00

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Lucía Sánchez Saornil (1895-1970) Oriunda de una familia proletaria, su formación fue autodidacta. En 1914, con apenas 19 años, publicó su primer poema. En 1918 participa como militante activa del ultraísmo, siendo la única poetisa que publica en las revista de este movimiento. En la década 1920, se vincula a la CNT y participa activamente en las huelgas de su categoría. De sus publicaciones en periódicos anarquistas y anarcosindicalista, se destaca su contundente crítica al machismo estructural dentro de la CNT, como se puede evidenciar por medio del debate trabado entre ella y Mariano Vázquez en las páginas del periódico barcelonés “Solidaridad Obrera”. Consciente de que la “cuestión femenina” no podía ser reducida a la “cuestión social”, ella fue, junto a Mercedes Comaposada y Amporo Póch y Gáscon, una de las iniciadoras de Mujeres Libres, organización que movilizó cerca de veinte mil mujeres trabajadoras durante la Revolución Española. Lucía se exilió en Francia, y retornó a España tres años después. Durante el franquismo, se mantuvo completamente desligada de las actividades políticas. Lucía murió un 2 de junio de 1970 en Valencia, a causa de un cáncer de pulmón. En su tumba, se puede leer el siguiente verso: “¿Pero es verdad, que la esperanza ha muerto?”, primera estrofa de sus “Sonetos de la desesperanza”.
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LA CUESTIÓN FEMENINA EN NUESTROS MEDIOS

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Como integrante del movimiento anarquista y feminista, Lucía Sánchez Saornil fue blanco de la amnesia histórica, dado que, a pesar de la gran importancia que tuvo en el movimiento anarquista y anarcosindicalista español en la primera década del siglo XX, aún es una “ilustre desconocida”.
De sus publicaciones en los diarios anarquistas y anarcosindicalistas, por las cuales le llevaron años más tarde a Federica Montseny a reconocerla “como la que mejor escribía de todas [las militantes]”, se destaca su crítica contundente al machismo estructural dentro de la CNT. Eso puede ser evidenciado por medio de la oposición trabada entre ella y Mariano Vásquez sobre la “cuestión femenina en nuestros medios”, en las páginas del periódico barcelonés Solidaridad Obrera, a fines de 1935. En seis corajudos artículos que escribió denuncia que a pesar de que la CNT reconoce en la teoría y en el derecho la igualdad en relación a los hombres, en la práctica la situación de las mujeres era completamente diferente.
La crítica de Lucía abarcaba desde el enfoque centrado en la cuestión económica hasta el contradictorio comportamiento autoritario de los hombres anarquistas en el ambiente privado. De esta forma, era imposible separar el problema femenino del social, esto es, no se podía separar la lucha contra el Estado y el capitalismo de la lucha contra el patriarcado. En suma, no podría haber igualdad social si parte de la sociedad, en este caso, las mujeres, se encontraban inferiorizadas por sus compañeros de hogar y de lucha política. Si la emancipación de los trabajadores debía ser obra de los propios trabajadores y conquistada mediante una lucha autónoma basada en la acción directa, la emancipación femenina sólo podría ser alcanzada mediante el mismo proceso.
La cuestión femenina en nuestros medios reúne los seis artículos donde Lucía polemiza con Mariano Vásquez, al mismo tiempo que compila un conjunto de cartas y documentos que reconstruyen el obrar de “Mujeres Libres”, revista y organización que inició junto a Mercedes Comaposada y Amparo Poch y Gáscon. “Mujeres Libres”, como revista, tuvo trece ediciones, mientras que como federación llegó a movilizar más de veinte mil mujeres en su lucha –de género y de clase– por la emancipación, estableciendo diversas acciones para modificar, a corto y a largo plazo, la situación de la mujer en la España durante la guerra y la revolución.

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Lucía Sánchez Saornil (1895-1970) Oriunda de una familia proletaria, su formación fue autodidacta. En 1914, con apenas 19 años, publicó su primer poema. En 1918 participa como militante activa del ultraísmo, siendo la única poetisa que publica en las revista de este movimiento. En la década 1920, se vincula a la CNT y participa activamente en las huelgas de su categoría. De sus publicaciones en periódicos anarquistas y anarcosindicalista, se destaca su contundente crítica al machismo estructural dentro de la CNT, como se puede evidenciar por medio del debate trabado entre ella y Mariano Vázquez en las páginas del periódico barcelonés “Solidaridad Obrera”. Consciente de que la “cuestión femenina” no podía ser reducida a la “cuestión social”, ella fue, junto a Mercedes Comaposada y Amporo Póch y Gáscon, una de las iniciadoras de Mujeres Libres, organización que movilizó cerca de veinte mil mujeres trabajadoras durante la Revolución Española. Lucía se exilió en Francia, y retornó a España tres años después. Durante el franquismo, se mantuvo completamente desligada de las actividades políticas. Lucía murió un 2 de junio de 1970 en Valencia, a causa de un cáncer de pulmón. En su tumba, se puede leer el siguiente verso: “¿Pero es verdad, que la esperanza ha muerto?”, primera estrofa de sus “Sonetos de la desesperanza”.
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