Editorial: El Salmón

Colección: Ensayo

ISBN: 9788412538694

132 págs.

LA GUERRA ES LA SALUD DEL ESTADO

En 1918, cuando casi todos los progresistas americanos apoyaban la guerra y la participación en ella de su país, Randolph Bourne (1886-1918) un joven intelectual escribía un lúcido ensayo antibelicista: según él, la guerra revelaba el verdadero rostro del Estado, que se servía de ella para extender su dominio en el extranjero y aplastar toda disidencia interna con leyes de excepción. Allí figura el aforismo que le hizo célebre: La guerra es la salud del Estado.
Bourne mostró desde joven un talento precoz para la escritura, colaborando con medios progresistas como The Atlantic Monthly o The New Republic. Pero simpatizaba cada vez más con la causa de los trabajadores, identificándose con los explotados y oprimidos por experiencia directa derivada de su discapacidad física (era un jorobado de 1,50 m con el rostro deforme) y su precariedad laboral. Desde 1914, su inflexible postura antibelicista lo enfrentó a casi toda la izquierda americana, que lo marginó y expulsó de sus medios.
En los textos que presentamos aquí, «La guerra y los intelectuales» y «El Estado», Bourne ejecuta un análisis mordaz de cómo el intelectual progresista americano, aliándose con las fuerzas más reaccionarias, abandona su pacifismo e internacionalismo por una guerra «en pos de la democracia», y muestra al Estado en tanto que maquinaria para borrar toda disidencia e imponer un pensamiento único.

12,00

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Randolph Bourne (Nueva Jersey, 1886), escritor e intelectual estadounidense. Marcado por su aspecto físico (jorobado, 1,50 m de alto, rostro deforme), fue un estudiante brillante y pronto empezó a colaborar con medios progresistas como The Atlantic Monthly o The New Republic. Sus posturas políticas se fueron radicalizando hasta simpatizar con el sindicato revolucionario IWW. El estallido de la I Guerra Mundial en 1914 lo enfrentó a sus colegas, ya que casi toda la izquierda americana apoyaba la guerra y secundaba la participación de su gobierno en ella, pero no así Bourne, que se vio poco a poco marginado y rechazado. Publicó sus escritos antibelicistas en la revista The Seven Arts, El 22 de diciembre de 1918, apenas un mes después del final del conflicto bélico, Randolph Bourne murió con 32 años como consecuencia de la epidemia de gripe provocada por la guerra a la que tan implacablemente se había opuesto. En la papelera de su cuarto encontraron el manuscrito de un proyecto de libro con el título «El Estado», que constituía la culminación de sus críticas antibelicistas.
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Prefacio de John Dos Passos
Prólogo de Rafael Poch

LA GUERRA ES LA SALUD DEL ESTADO

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En 1918, cuando casi todos los progresistas americanos apoyaban la guerra y la participación en ella de su país, Randolph Bourne (1886-1918) un joven intelectual escribía un lúcido ensayo antibelicista: según él, la guerra revelaba el verdadero rostro del Estado, que se servía de ella para extender su dominio en el extranjero y aplastar toda disidencia interna con leyes de excepción. Allí figura el aforismo que le hizo célebre: La guerra es la salud del Estado.
Bourne mostró desde joven un talento precoz para la escritura, colaborando con medios progresistas como The Atlantic Monthly o The New Republic. Pero simpatizaba cada vez más con la causa de los trabajadores, identificándose con los explotados y oprimidos por experiencia directa derivada de su discapacidad física (era un jorobado de 1,50 m con el rostro deforme) y su precariedad laboral. Desde 1914, su inflexible postura antibelicista lo enfrentó a casi toda la izquierda americana, que lo marginó y expulsó de sus medios.
En los textos que presentamos aquí, «La guerra y los intelectuales» y «El Estado», Bourne ejecuta un análisis mordaz de cómo el intelectual progresista americano, aliándose con las fuerzas más reaccionarias, abandona su pacifismo e internacionalismo por una guerra «en pos de la democracia», y muestra al Estado en tanto que maquinaria para borrar toda disidencia e imponer un pensamiento único.

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Randolph Bourne (Nueva Jersey, 1886), escritor e intelectual estadounidense. Marcado por su aspecto físico (jorobado, 1,50 m de alto, rostro deforme), fue un estudiante brillante y pronto empezó a colaborar con medios progresistas como The Atlantic Monthly o The New Republic. Sus posturas políticas se fueron radicalizando hasta simpatizar con el sindicato revolucionario IWW. El estallido de la I Guerra Mundial en 1914 lo enfrentó a sus colegas, ya que casi toda la izquierda americana apoyaba la guerra y secundaba la participación de su gobierno en ella, pero no así Bourne, que se vio poco a poco marginado y rechazado. Publicó sus escritos antibelicistas en la revista The Seven Arts, El 22 de diciembre de 1918, apenas un mes después del final del conflicto bélico, Randolph Bourne murió con 32 años como consecuencia de la epidemia de gripe provocada por la guerra a la que tan implacablemente se había opuesto. En la papelera de su cuarto encontraron el manuscrito de un proyecto de libro con el título «El Estado», que constituía la culminación de sus críticas antibelicistas.
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Prefacio de John Dos Passos
Prólogo de Rafael Poch