La luz de la inocencia
En esta obra se recoge el testimonio de una vida singular, marcada por la violencia que debieron sufrir las vencidas. Una vida en la que la condición de mujer resistente acabará imponiéndose a la de víctima. Para ello, la protagonista, Enriqueta Trujillo, afrontará las duras circunstancias que debió vivir armada de solidaridad y empatía hacia las gentes de su clase y de una mirada comprensiva y ausente de rencor, una mirada limpia, llena de inocencia, que no lograron enturbiar ni las penalidades ni los años de encierro.
Abuela nonagenaria, ha mantenido hasta ahora su firme propósito de contar lo vivido, para conocimiento de los suyos y de las jóvenes generaciones. Esta es una vida ajena en la que tal vez muchos identifiquen retazos de su propia vida. Una experiencia plena de humanidad, singular, por única y representativa de la historia del tiempo presente. Sin olvidar que “los seres humanos son demasiado importantes para ser tratados como meros síntomas del pasado”.
Enriqueta Trujillo Gallardo (Serón, Almería, 1924). Emigró a los pocos años, en compañía de su madre, a Sallent, Barcelona. Allí, por influencia de su padrastro, Eduardo Muñoz, militante de la CNT, fue educada en la Escuela Racionalista. Meses antes del golpe de estado de 1936, vuelve con su familia a Pedro Martínez (Granada), donde será presidenta de las Juventudes Libertarias. También convivirá un tiempo, en 1937, con la 147 Brigada Mxta, del Ejército de Andalucía, a las órdenes de Francisco Maroto, donde realizará tareas de enlace.
Terminada la Guerra de España, será encarcelada, juzgada y condenada por adhesión a la rebelión. Dada su edad, será puesta bajo la tutela del Tribunal de Menores, primero, y más tarde, recluida en el convento de las Adoratrices, hasta alcanzar la mayoría de edad.
Siempre ha tenido la solidaridad como principio que ha guiado su vida y que ha tratado de inculcar a su numerosa familia.
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Categorías: Narrativa
La luz de la inocencia
En esta obra se recoge el testimonio de una vida singular, marcada por la violencia que debieron sufrir las vencidas. Una vida en la que la condición de mujer resistente acabará imponiéndose a la de víctima. Para ello, la protagonista, Enriqueta Trujillo, afrontará las duras circunstancias que debió vivir armada de solidaridad y empatía hacia las gentes de su clase y de una mirada comprensiva y ausente de rencor, una mirada limpia, llena de inocencia, que no lograron enturbiar ni las penalidades ni los años de encierro.
Abuela nonagenaria, ha mantenido hasta ahora su firme propósito de contar lo vivido, para conocimiento de los suyos y de las jóvenes generaciones. Esta es una vida ajena en la que tal vez muchos identifiquen retazos de su propia vida. Una experiencia plena de humanidad, singular, por única y representativa de la historia del tiempo presente. Sin olvidar que “los seres humanos son demasiado importantes para ser tratados como meros síntomas del pasado”.
Enriqueta Trujillo Gallardo (Serón, Almería, 1924). Emigró a los pocos años, en compañía de su madre, a Sallent, Barcelona. Allí, por influencia de su padrastro, Eduardo Muñoz, militante de la CNT, fue educada en la Escuela Racionalista. Meses antes del golpe de estado de 1936, vuelve con su familia a Pedro Martínez (Granada), donde será presidenta de las Juventudes Libertarias. También convivirá un tiempo, en 1937, con la 147 Brigada Mxta, del Ejército de Andalucía, a las órdenes de Francisco Maroto, donde realizará tareas de enlace.
Terminada la Guerra de España, será encarcelada, juzgada y condenada por adhesión a la rebelión. Dada su edad, será puesta bajo la tutela del Tribunal de Menores, primero, y más tarde, recluida en el convento de las Adoratrices, hasta alcanzar la mayoría de edad.
Siempre ha tenido la solidaridad como principio que ha guiado su vida y que ha tratado de inculcar a su numerosa familia.