La Unión de Juventudes Antifascistas, a pesar del limitado alcance de su actuación, puede ser considerada como una de las primeras organizaciones que pusieron en marcha la resistencia contra la dictadura franquista. Surgida en el contexto de una Catalunya vencida, pero cuando la guerra todavía no había terminado, fue una organización que pretendió continuar la lucha por otros medios.

Un amplio grupo de jóvenes libertarios, algunos de ellos desmovilizados del ejército republicano y otros que habían visto cómo la represión se abatía sobre sus familiares, decidieron, tras la ocupación de sus pueblos, organizarse y hostigar a la dicatadura. Una vez acabada la guerra, y sin solución de continuidad, la UJA se convirtió en un organismo de resistencia política en unas circunstancias terriblemente difíciles, cuya actuación es sólo comprensible por el idealismo, sin duda temerario, de un puñado de jóvenes que no aceptaron el triunfo del fascismo, aunque ello supusiera poner en juego su propia vida.

Fueron detenidos a finales de mayo de 1939 y el franquismo no tuvo dudas: era necesario dar una lección ejemplar, sobre todo en los inicios de la ocupación de Gramanet y Sant Adrià por sus tropas. Eran conscientes de que estas poblaciones eran un crisol de revolucionarios, había que centrar la venganza en aquellos que se habían quedado o que, como en el caso de la UJA, se atrevieron, cuando creían tener controlada la situación e impuesto un generalizado terror político, a levantar la cabeza y decir ¡NO!