ISBN: 9788493223229

126 págs.

Los destructores de máquinas

En este drama, Ernst Toller plantea el tema del luddismo en clave expresionista. Se suceden en escena una serie de caracteres y actitudes que, ambientados en las revueltas de los tejedores ingleses contra la introducción de los nuevos telares a comienzos del siglo XIX, expresan la problemática relación entre tecnología y trabajo.

3,00

Comparte!

 
Ernst Toller (Samotschin, 1893 – Nueva York, 1939). Dramaturgo y poeta. Tras lo que explica en Una juventud en Alemania el realismo había arrollado al expresionismo en los teatros por lo que la Humanidad ya no se contemplaba como un Ideal sino que era sujeto de una descripción. Según el propio Toller: «la época del expresionismo ha sido reemplazada por la ‘nueva objetividad’ y esa forma de arte que se llama reportaje. Creo que la nueva objetividad […] no se acerca a los hombres y las cosas, sino a su fotografía». Su teatro ya no triunfaba. A partir de entonces, inició una incansable tarea como conferenciante que no abandonaría hasta su muerte y le haría viajar por Alemania, Palestina, Inglaterra, Estados Unidos, la Unión Soviética, Francia, Austria, Italia, México o Escandinavia. Atraído por los cambios sociales que la Segunda República Española trataba de implantar, en octubre de 1931 realizó un primer viaje a España que alargó hasta marzo del año siguiente. En 1933 se salvó de ser detenido tras el incendio del Reichstag debido a que se encontraba en Suiza por lo que se quedó a vivir en Zurich una temporada. Los nazis le retiraron la nacionalidad alemana y confiscaron sus bienes. El 1934, decidió refugiarse en Londres. En junio, participó en el fundación del PEN-Club alemán en el exilio. Asistió en Leningrado al Primer Congreso de Escritores de la Unión Soviética. Al año siguiente, en 1935, participó en el Congreso Internacional de Escritores de París y reafirmó su compromiso con la defensa de la libertad y la Humanidad y estimó necesario adoptar una posición beligerante y no limitarse a la pasividad del pacifismo. Entre los meses de marzo y abril de 1936, regresó de viaje a España junto a su mujer. Desde su regreso a Estados Unidos y hasta 1937 compaginó trabajos como periodista y guionista para la Metro Goldwyn Mayer. Creía que como dramaturgo podría recomenzar su tarea de desarrollo de un teatro explícitamente político, que no propagandístico. Sólo uno de sus guiones fue aceptado y llevado a la gran pantalla pero había sido tan alterado que Toller lo repudió. En 1938, recién divorciado, Toller regresó inmediatamente a España. Se centró en conocer en profundidad Madrid y Barcelona y comenzó una intensa actividad diplomática y propagandística basada en su Spanish Relief Plan que buscaba canalizar ayuda alimentaria a la población civil de la zona republicana. El final de la Guerra Civil Española, con el éxodo republicano hacia el exilio en Francia, supuso un durísimo golpe para un Toller que, además de deprimido, se encontraba en la más absoluta ruina tras dedicar todo su dinero a su plan de ayuda a los españoles. El 22 de mayo de 1939 se suicidó en la habitación del neoyorquino hotel Mayflower. Tenía 45 años.
Leer más
 

Los destructores de máquinas

3,00

En este drama, Ernst Toller plantea el tema del luddismo en clave expresionista. Se suceden en escena una serie de caracteres y actitudes que, ambientados en las revueltas de los tejedores ingleses contra la introducción de los nuevos telares a comienzos del siglo XIX, expresan la problemática relación entre tecnología y trabajo.

Comparte!

ISBN: 9788493223229

126 págs.

Ernst Toller (Samotschin, 1893 – Nueva York, 1939). Dramaturgo y poeta. Tras lo que explica en Una juventud en Alemania el realismo había arrollado al expresionismo en los teatros por lo que la Humanidad ya no se contemplaba como un Ideal sino que era sujeto de una descripción. Según el propio Toller: «la época del expresionismo ha sido reemplazada por la ‘nueva objetividad’ y esa forma de arte que se llama reportaje. Creo que la nueva objetividad […] no se acerca a los hombres y las cosas, sino a su fotografía». Su teatro ya no triunfaba. A partir de entonces, inició una incansable tarea como conferenciante que no abandonaría hasta su muerte y le haría viajar por Alemania, Palestina, Inglaterra, Estados Unidos, la Unión Soviética, Francia, Austria, Italia, México o Escandinavia. Atraído por los cambios sociales que la Segunda República Española trataba de implantar, en octubre de 1931 realizó un primer viaje a España que alargó hasta marzo del año siguiente. En 1933 se salvó de ser detenido tras el incendio del Reichstag debido a que se encontraba en Suiza por lo que se quedó a vivir en Zurich una temporada. Los nazis le retiraron la nacionalidad alemana y confiscaron sus bienes. El 1934, decidió refugiarse en Londres. En junio, participó en el fundación del PEN-Club alemán en el exilio. Asistió en Leningrado al Primer Congreso de Escritores de la Unión Soviética. Al año siguiente, en 1935, participó en el Congreso Internacional de Escritores de París y reafirmó su compromiso con la defensa de la libertad y la Humanidad y estimó necesario adoptar una posición beligerante y no limitarse a la pasividad del pacifismo. Entre los meses de marzo y abril de 1936, regresó de viaje a España junto a su mujer. Desde su regreso a Estados Unidos y hasta 1937 compaginó trabajos como periodista y guionista para la Metro Goldwyn Mayer. Creía que como dramaturgo podría recomenzar su tarea de desarrollo de un teatro explícitamente político, que no propagandístico. Sólo uno de sus guiones fue aceptado y llevado a la gran pantalla pero había sido tan alterado que Toller lo repudió. En 1938, recién divorciado, Toller regresó inmediatamente a España. Se centró en conocer en profundidad Madrid y Barcelona y comenzó una intensa actividad diplomática y propagandística basada en su Spanish Relief Plan que buscaba canalizar ayuda alimentaria a la población civil de la zona republicana. El final de la Guerra Civil Española, con el éxodo republicano hacia el exilio en Francia, supuso un durísimo golpe para un Toller que, además de deprimido, se encontraba en la más absoluta ruina tras dedicar todo su dinero a su plan de ayuda a los españoles. El 22 de mayo de 1939 se suicidó en la habitación del neoyorquino hotel Mayflower. Tenía 45 años.
Leer más