ISBN: 9788461365159

130 págs.

Materiales para una crítica de la democracia

[…] Nosotros no somos demócratas. La Democracia es una forma enajenada de estructurar la sociabilidad humana. Es el modelo mejor acabado, hasta ahora, de que se ha dotado el Capital. Por eso la criticamos y luchamos por poner en su lugar otra forma social más allá de las escisiones que aquélla opera entre productor y consumidor, entre individuo y sociedad. Una forma que permita el desarrollo de la actividad; que permita que nuestra actividad no quede reducida a trabajo, que nuestra relación no quede reducida en mera participación política, que nuestro deseo no quede reducido al consumo…, maneras todas ellas que tiene el Capital de hacerla rentable, al no poder acabar con la actividad humana.[…] Muchos radicales creen en la ecuación…
Autonomía + violencia contra el Estado = movimiento revolucionario
… y la ven vindicada, por ejemplo, en la prolongada insurrección de Oaxaca. Mientras que este acontecimiento es uno de los estallidos más potentes de actividad proletaria en los últimos años, demuestra que la violencia autónoma es necesaria pero insuficiente. Un movimiento revolucionario es más que una o cien áreas liberadas. Se desarrolla luchando contra la represión pública y privada, así como empezando a cambiar la base material de las relaciones sociales. Ninguna lucha callejera autogestionada ni solidaridad de base en el barrio, aunque sean indispensables, contiene inevitablemente los actos y las intenciones que traen consigo tal cambio. Así pues, es la naturaleza del cambio aquello sobre lo que debemos insistir: crear un mundo sin dinero, sin intercambio de mercancías, sin compra y venta de trabajo, sin empresas como polos competidores de acumulación de valor, sin ser el trabajo algo separado del resto de nuestras actividades, sin Estado, sin una esfera política especializada supuestamente aislada de nuestras relaciones sociales. En otras palabras, una revolución resultante de la negación común a someterse, de la esperanza de alcanzar un punto de no retorno en que las personas se transformen a sí mismas y logren un sentido de poder propio a medida que transformen la realidad.

5,00

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[…] Nosotros no somos demócratas. La Democracia es una forma enajenada de estructurar la sociabilidad humana. Es el modelo mejor acabado, hasta ahora, de que se ha dotado el Capital. Por eso la criticamos y luchamos por poner en su lugar otra forma social más allá de las escisiones que aquélla opera entre productor y consumidor, entre individuo y sociedad. Una forma que permita el desarrollo de la actividad; que permita que nuestra actividad no quede reducida a trabajo, que nuestra relación no quede reducida en mera participación política, que nuestro deseo no quede reducido al consumo…, maneras todas ellas que tiene el Capital de hacerla rentable, al no poder acabar con la actividad humana.[…] Muchos radicales creen en la ecuación…
Autonomía + violencia contra el Estado = movimiento revolucionario
… y la ven vindicada, por ejemplo, en la prolongada insurrección de Oaxaca. Mientras que este acontecimiento es uno de los estallidos más potentes de actividad proletaria en los últimos años, demuestra que la violencia autónoma es necesaria pero insuficiente. Un movimiento revolucionario es más que una o cien áreas liberadas. Se desarrolla luchando contra la represión pública y privada, así como empezando a cambiar la base material de las relaciones sociales. Ninguna lucha callejera autogestionada ni solidaridad de base en el barrio, aunque sean indispensables, contiene inevitablemente los actos y las intenciones que traen consigo tal cambio. Así pues, es la naturaleza del cambio aquello sobre lo que debemos insistir: crear un mundo sin dinero, sin intercambio de mercancías, sin compra y venta de trabajo, sin empresas como polos competidores de acumulación de valor, sin ser el trabajo algo separado del resto de nuestras actividades, sin Estado, sin una esfera política especializada supuestamente aislada de nuestras relaciones sociales. En otras palabras, una revolución resultante de la negación común a someterse, de la esperanza de alcanzar un punto de no retorno en que las personas se transformen a sí mismas y logren un sentido de poder propio a medida que transformen la realidad.

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