Editorial: La Oveja Roja

ISBN: 9788416227099

192 págs.

Percusión y tomate

Novela venezolana (premio Alba Narrativa 2010) que encarna una posición de desprecio radical hacia filosfías y mundos incapaces de contener a la mujer.
Podría ser un barrio, una ciudad, un país, un mundo… pero en esta novela será un hotel. Allí coinciden mujeres de diferentes edades y condiciones, mujeres que procuran sostenerse ante un mundo patriarcal y dolorosamente castrante. Mujeres desde donde partirá un ataque frontal a los estereotipos sobre lo femenino.
«Concibo esta novela, esencialmente, como un pequeño (insignificante quizá) monumento a la desobediencia. Escrita con esa consciencia siniestra y al mismo tiempo ingenua de hacerme difícil mentir sobre la mujer y sobre el mundo en que vivimos, desoí todo y rompí mis propios patrones creativos. Se trató de pasar a otro nivel; uno más crítico, más cercano a la condición humana de mi generación, caracterizada por tener todo al alcance de la mano y sin embargo marcada por una profunda insatisfacción, un profundo sentido de fracaso. […] Como lectora, estaba cansada de la mujer amada por todos, idealizada por corrientes de pensamiento y discursos estéticos. Sentí entonces que era momento de que lo femenino estuviera a solas por un instante, y que había que escribir ese instante, auténtico, sin poses, sin testigos, sin objetivos, sin pretensiones, sin moralejas, sin prestar un servicio a la humanidad.»

16,00

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Percusión y tomate

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Novela venezolana (premio Alba Narrativa 2010) que encarna una posición de desprecio radical hacia filosfías y mundos incapaces de contener a la mujer.
Podría ser un barrio, una ciudad, un país, un mundo… pero en esta novela será un hotel. Allí coinciden mujeres de diferentes edades y condiciones, mujeres que procuran sostenerse ante un mundo patriarcal y dolorosamente castrante. Mujeres desde donde partirá un ataque frontal a los estereotipos sobre lo femenino.
«Concibo esta novela, esencialmente, como un pequeño (insignificante quizá) monumento a la desobediencia. Escrita con esa consciencia siniestra y al mismo tiempo ingenua de hacerme difícil mentir sobre la mujer y sobre el mundo en que vivimos, desoí todo y rompí mis propios patrones creativos. Se trató de pasar a otro nivel; uno más crítico, más cercano a la condición humana de mi generación, caracterizada por tener todo al alcance de la mano y sin embargo marcada por una profunda insatisfacción, un profundo sentido de fracaso. […] Como lectora, estaba cansada de la mujer amada por todos, idealizada por corrientes de pensamiento y discursos estéticos. Sentí entonces que era momento de que lo femenino estuviera a solas por un instante, y que había que escribir ese instante, auténtico, sin poses, sin testigos, sin objetivos, sin pretensiones, sin moralejas, sin prestar un servicio a la humanidad.»

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