Salvador Puig Antich

45 años después

Salvador Puig Antich fue militante desde muy joven. Los episodios de Mayo del 68 y la muerte del estudiante Enrique Ruano a manos de la policía española en 1969 fueron decisivos para que decidiera implicarse activamente en la lucha contra la dictadura franquista. Desde ahí, Salvador evolucionó a posiciones anarquistas que rechazaban cualquier tipo de dirigismo y jerarquía dentro de las organizaciones políticas y sindicales, llegando a integrarse en el MIL (Movimiento Ibérico de Libertación).

Influenciado por las experiencias de los Consejos Obreros, el MIL preconizaba la agitación armada y la propaganda escrita para agudizar la lucha de clases y la emancipación de la clase obrera contra el capitalismo, por una sociedad comunista libertaria. Era un reducido grupo de militantes, hombres y mujeres jóvenes. La postura del MIL y de los Grupos Autónomos de Combate era nunca posicionarse por encima de la clase obrera, ni escindirse de ella; nunca postularse como una dirigencia del movimiento obrero. Salvador participaba, haciendo de chófer, en las acciones del grupo, que consistían generalmente en atracos a bancos. Los botines se destinaban a financiar las publicaciones clandestinas del grupo y otras luchas. También se ofrecían para ayudar económicamente a huelguistas. Crearon la revista «CIA» (Conspiración Internacional Anarquista) y la editorial Mayo 37.

En 1973, Salvador es acusado de matar a un subinspector de policía durante un forcejeo cuando intentaban detenerle y es condenado a muerte. Su caso fue especialmente conocido por ser el último ejecutado por el franquismo, teniendo solo 25 años. Presentado intencionadamente al gran público como un luchador antifranquista y demócrata por los «vencedores» de la Transición, la vida de Salvador Puig Antich rechaza esta etiqueta y advierte que fue mucho más. «Revolucionario de pura cepa», militante anticapitalista, heredero de tradiciones consejistas y defensor de la autonomía obrera, dedicó su vida -entretejida al lado de sus compañeros del MIL y de los Grupos Autónomos de Combate- a crear un mundo justo y antiautoritario de personas libres. Su militancia consciente lo llevó frente al garrote vil.

Este libro, escrito por algunos de sus compañeros, recoge la memoria de aquellos años de militancia. Y nos muestra que existió un potente movimiento de lucha no solo contra el franquismo, como nos han contado, sino también contra el capitalismo y contra la democracia diseñada para salvaguardar a este. Esta edición cuenta con casi 100 páginas de documentos y fotografías.

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Salvador Puig Antich fue militante desde muy joven. Los episodios de Mayo del 68 y la muerte del estudiante Enrique Ruano a manos de la policía española en 1969 fueron decisivos para que decidiera implicarse activamente en la lucha contra la dictadura franquista. Desde ahí, Salvador evolucionó a posiciones anarquistas que rechazaban cualquier tipo de dirigismo y jerarquía dentro de las organizaciones políticas y sindicales, llegando a integrarse en el MIL (Movimiento Ibérico de Libertación).

Influenciado por las experiencias de los Consejos Obreros, el MIL preconizaba la agitación armada y la propaganda escrita para agudizar la lucha de clases y la emancipación de la clase obrera contra el capitalismo, por una sociedad comunista libertaria. Era un reducido grupo de militantes, hombres y mujeres jóvenes. La postura del MIL y de los Grupos Autónomos de Combate era nunca posicionarse por encima de la clase obrera, ni escindirse de ella; nunca postularse como una dirigencia del movimiento obrero. Salvador participaba, haciendo de chófer, en las acciones del grupo, que consistían generalmente en atracos a bancos. Los botines se destinaban a financiar las publicaciones clandestinas del grupo y otras luchas. También se ofrecían para ayudar económicamente a huelguistas. Crearon la revista «CIA» (Conspiración Internacional Anarquista) y la editorial Mayo 37.

En 1973, Salvador es acusado de matar a un subinspector de policía durante un forcejeo cuando intentaban detenerle y es condenado a muerte. Su caso fue especialmente conocido por ser el último ejecutado por el franquismo, teniendo solo 25 años. Presentado intencionadamente al gran público como un luchador antifranquista y demócrata por los «vencedores» de la Transición, la vida de Salvador Puig Antich rechaza esta etiqueta y advierte que fue mucho más. «Revolucionario de pura cepa», militante anticapitalista, heredero de tradiciones consejistas y defensor de la autonomía obrera, dedicó su vida -entretejida al lado de sus compañeros del MIL y de los Grupos Autónomos de Combate- a crear un mundo justo y antiautoritario de personas libres. Su militancia consciente lo llevó frente al garrote vil.

Este libro, escrito por algunos de sus compañeros, recoge la memoria de aquellos años de militancia. Y nos muestra que existió un potente movimiento de lucha no solo contra el franquismo, como nos han contado, sino también contra el capitalismo y contra la democracia diseñada para salvaguardar a este. Esta edición cuenta con casi 100 páginas de documentos y fotografías.

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