Antonio de Hoyos y Vinent —nuestro divino marqués— nació en Madrid en 1885. Diplomado en «bajos fondos», es uno de los máximos exponentes del decadentismo en lengua española; escribió decenas de novelas de gran éxito entre el público de su época —destacan El monstruo y La vejez de Heliogábalo— además de novelas cortas, cuentos, obras de teatro y ensayos; colaboró en publicaciones periódicas como Gran Mundo Sport, El Día, ABC, El Sindicalista o La Esfera.
Casi al final de su vida, y para más jolgorio de su clase social (a la que con tanta gracia desdeñó) se adhirió a la FAI. Murió, abandonado, casi ciego y en un estado físico deplorable en una prisión de Madrid en 1940.
Mil etiquetas le han sido pegadas (dandy, esteta, homosexual, sportman, antihéroe, príncipe de la decadencia, etc.) y aun siendo parciales y tendenciosas en algunos casos, nunca lo sitúan dentro de la normalidad ramplona.