El ombligo logroñés de Bernardo Sánchez está ovillado a una bobina de cine desde 1961. Es un ojo algo estrávico y como de buey, y se distrae con cualquier cosa: cine, teatro y hasta literatura, en la que, no obstante, se sabe más un ojo polizón. La bobina de su ombligo repasa un programa variado: Del cinematógrafo al cinemascope (1991) y 100 años luz. El tiempo del cinematógrafo en La Rioja (1995), en los que habla de la vida doméstica provincial con el pretexto del cinema; Rafael Azcona. Otra vuelta en El cochecito (1991), álbum sobre la escritura y figura del guionista paisano, y el conjunto de relatos Sombras Saevedra (2001) que le publica José Luis Borau en "El Imán". Al teatro ha dado las adaptaciones de El verdugo (2000), El precio de Miller (2003), La celosa de sí misma de Tirso (2003) e Historia de una vida de Margulies (2004), y El sillón de Sagasta (2003). Como el resto de los ombligos de su edad, el suyo lucha ya contra las adiposidades en general.
El ombligo de José Ignacio Foronda González se cerró en Logroño en 1961. A pesar de ello, lo ha ido anudando con libros de poesía como Tiempo de ocio (AMG, 1991), Las cigarras (Manifiesto, 1992), Porrón y cuenta nueva (AMG, 1995), Libro de familia (Hiperión, 2001) o Jaulas (Prensas Universitarias de Zaragoza, 2004).
En La ciudad en el ombligo, Foronda recopila artículos que fueron apareciendo en el periódico El péndulo del milenio y en el boletín El Hall.