Contracultura i Art

  • <p>[...]<em>Pegar una estampilla, ser operado de apendicitis, utilizar un distribuidor autom&aacute;tico, en estos actos variados descubre coherencias o consecuencias inesperadas, en ocasiones una funci&oacute;n ritual y m&aacute;gica. As&iacute;, desgarra el velo de indiferencia que cubre el mundo cotidiano: el suceso se convierte en cuento maravilloso en virtud de una mirada que rechaza las evidencias ostentadas. De este modo, Jarry hace aparecer mitos hasta entonces invisibles: en las p&aacute;ginas que siguen veremos el retorno regular de la m&aacute;quina que se interpone entre el hombre y el mundo y que se convierte en el objeto de un conflicto terrible. M&aacute;quinas muy reales (como el &laquo;castigador ortom&aacute;tico&raquo; de &laquo;Azotar a las mujeres&raquo;) o m&uacute;ltiples m&aacute;quinas metaf&oacute;ricas tienen una doble funci&oacute;n: aplastar al hombre y su deseo, pero tambi&eacute;n hacerle sospechar que no es m&aacute;s que una m&aacute;quina que se ignora a s&iacute; misma</em>.[...]</p> <p>[...] En las cr&oacute;nicas que aqu&iacute; se re&uacute;nen, Jarry sigue escrupulosamente esta regla: &eacute;l medita sobre gastos cotidianos, peque&ntilde;as pr&aacute;cticas sociales, se interroga acerca de lo que hacemos maquinalmente, acerca de lo que nos sucede.</p>
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    <p>Poemas de Julio Monteverde</p>
  • <p>&laquo;Cuando Arturo me propuso abordar, como tema de Tesis Doctoral, una investigaci&oacute;n sobre las relaciones entre arte y pol&iacute;tica en la Espa&ntilde;a del primer tercio de siglo, le advert&iacute; seriamente acerca de los dos grandes inconvenientes que podr&iacute;an entorpecer su trabajo. Por un lado, la falta de una visi&oacute;n global fiable sobre el asunto y, en consecuencia, la ineludible necesidad de acometer una investigaci&oacute;n de conjunto. Por otro, que el perfil acad&eacute;mico del que part&iacute;a Arturo Madrigal no era el de un historiador del arte propiamente dicho, sino el de titulado en Bellas Artes. Nada de esto le arredr&oacute;. Muy al contrario, me dijo que era una cuenta personal pendiente que deb&iacute;a saldar, adem&aacute;s de una obligaci&oacute;n ideol&oacute;gica y moral que todos ten&iacute;amos con la memoria hist&oacute;rica. El resultado de aquella apuesta temeraria est&aacute; a la vista: por primera vez contamos con un trabajo de conjunto sobre las relaciones entre arte y pol&iacute;tica en Espa&ntilde;a durante el primer tercio del siglo XX, y Arturo Madrigal es en la actualidad un historiador de los pies a la cabeza. Su tes&oacute;n, capacidad de trabajo, honestidad intelectual y amueblamiento ideol&oacute;gico inquebrantable ha hecho posible ambas cosas. Ser&iacute;a interminable enumerar las aportaciones que este libro hace a la historiograf&iacute;a del arte espa&ntilde;ol contempor&aacute;neo. (...) Bastar&aacute; con decir que est&aacute; destinado a ser la obra de referencia de la que se ver&aacute; obligado a partir cualquier trabajo espec&iacute;fico que se acometa en un futuro.&raquo; &mdash;Jaime Brihuega</p>
  • <p>Este libro pretende ser una contribuci&oacute;n al conocimiento de un cine marcado por el compromiso pol&iacute;tico y social, cargado de frescura y atrevimiento, en general con poca proyecci&oacute;n comercial y en muchos casos desconocido, el cine latinoamericano y del caribe realizado por mujeres. Sirva esta aproximaci&oacute;n a sus filmograf&iacute;as para su difusi&oacute;n y reconocimiento dentro del panorama cinematogr&aacute;fico internacional y mundial.</p>
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    <p>Luis Navarro: <strong>Fogonazos </strong>&diams;&nbsp;Eugenio Castro: <strong>Cautivar la mirada, diferir lo abierto </strong>&diams;&nbsp;Carl-Michael Edenborg: <strong>La radio y la rosa. Una constelaci&oacute;n de azar en el cielo de Estocolmo</strong> &diams;&nbsp;Eduardo Abad&iacute;a: <strong>Olfatismo oracular </strong>&diams;&nbsp;Manuel Crespo: <strong>Claros de alteridad</strong> &diams;&nbsp;Michael L&ouml;wy: <strong>El romanticismo negro de Guy Debord</strong> &diams;&nbsp;Jos&eacute; Manuel Rojo: <strong>Consecuencias de un mal uso de la electricidad. Sobre la fase experimental del capitalismo de esp&iacute;ritu</strong> &diams;&nbsp;Luis Mart&iacute;nez del R&iacute;o: <strong>El cuerpo humano, morfolog&iacute;as de un ritual</strong> &diams;&nbsp;Ignacio Castro: <strong>Liturgias de la ingravidez</strong> &diams;&nbsp;Krzysztof Fijalkowski:&nbsp;<strong>Gherasim Luca, reinventar todo</strong>&nbsp;&diams;&nbsp;Gherasim Luca:&nbsp;<strong>El inventor del amor</strong> &diams;&nbsp;Lurdes Mart&iacute;nez: <strong>Mass-observation o la antropolog&iacute;a de lo cercano</strong> &diams;&nbsp;Silvia Guiard: <strong>La pi&ntilde;a es bastante hermafrodita (juego t&aacute;ctil)</strong> &diams;&nbsp;Bruno Jacobs: <strong>S&iacute;mbolo y mesmedad</strong> &diams;&nbsp;Bruno Jacobs:&nbsp;<strong>El gran rodeo</strong>&nbsp;&diams;&nbsp;Jorge Riechmann: <strong>La ilusi&oacute;n del origen</strong> &diams;&nbsp;Niall Binns: <strong>Sobre el mestizaje de los or&iacute;genes o una defensa de la edad de oro&nbsp;</strong>&diams;&nbsp;Jos&eacute; Luis Gallero: <strong>Comentario a la respuesta del Grupo surrealista de Madrid a una encuesta internacional sobre la imagen</strong></p>
  • Frida Khalo

    11,00
    <p>Eli Bartra se interroga sobre la existencia del arte femenino, que ella se propone considerar como resultado de un proceso social global, y sobre cu&aacute;les son sus caracter&iacute;sticas, pasando revista a las distintas formas en que se ha planteado en teor&iacute;a del arte la presencia de lo ideol&oacute;gico y lo social, lo masculino y lo femenino en el arte.</p>
  • <p>Dad&aacute; no es burgu&eacute;s, pero se deja querer. Dad&aacute; sin ser pantal&oacute;n tiene bolsillos. T&uacute;, Dad&aacute;, eres inaudible, innombrable, sutil y sin definici&oacute;n, mucho mejor que el Tao. Autonom&iacute;a. Pantinom&iacute;a. Universo. Multiverso. Rimas en terna. La educaci&oacute;n est&aacute; en los idiomas, en picar zanjas y en tirar con arco. Universidad vital. Dad&aacute;, mintamos, un asunto que marcha bien. Dios puede permitirse el lujo de no tener &eacute;xito, Dad&aacute; tambi&eacute;n. Es por ello que se dice que Dad&aacute; es un lujo, o que Dad&aacute; est&aacute; en celo.</p>
  • Identity

    6,00
    <p>identidad (del lat. Identias, -atis) f. Cualidad de id&eacute;ntico. / identity (lat. Identias, -atis.) The fact of being the same in all respects.</p>
  • <p>Colecci&oacute;n de im&aacute;genes.</p>
  • <p>El mundo libertario produjo una incidencia de transformaci&oacute;n cultural equivalente a la que, para la clase burguesa, represent&oacute; la Ilustraci&oacute;n del siglo XVIII. Es decir, no s&oacute;lo la aportaci&oacute;n de una enorme cantidad de datos culturales previamente ignorados por el sujeto pueblo, en todos los &oacute;rdenes del saber, sino, sobre todo, la plasmaci&oacute;n de una nueva mentalidad, o sea, una forma nueva de aquilatamiento y valoraci&oacute;n de los datos culturales concernidos, con resultado de una nueva visi&oacute;n del mundo, la adquisici&oacute;n de un nuevo sentido de las cosas en la evaluaci&oacute;n de causas, procesos y fines, una nueva forma din&aacute;mica de conocimiento que, a la vez que permit&iacute;a el rechazo cr&iacute;tico del pasado, integraba el compromiso de una acci&oacute;n pr&aacute;ctica coherente, de manera que quedara establecida la unidad de un nuevo estilo de sentir, pensar, desear y obrar.</p>
  • <p align="JUSTIFY">Desde hace a&ntilde;os se echaba en falta -o, al menos, hab&iacute;a quien echaba en falta- la posibiidad de que las nuevas generaciones de gentes que orientan su vida hacia la pr&aacute;ctica del teatro tuvieran a mano la posibilidad de leer este gran libro, que es una de las obras maestras del pensamiento sobre el teatro producidas durante el siglo XX, y luego ocultada, en parte, por la gran resonancia, que se convirti&oacute; en moda (y como tal inconsistente), del teatro y las teor&iacute;as de Bertolt Brecht. Nacidos ambos, Piscator y Brecht, en el teatro berlin&eacute;s de los a&ntilde;os 20, m&aacute;s bien se puede decir que el teatro alem&aacute;n de la posguerra, y m&aacute;s a&uacute;n, el teatro europeo del siglo XX, naci&oacute; con ellos y, en su parte m&aacute;s relevante, de ellos.</p> <p align="JUSTIFY">La necesidad que sintieron algunos autores y directores de poner el teatro a la altura de una gran responsabilidad pol&iacute;tica, despu&eacute;s de la cat&aacute;strofe de la guerra, y en la emergencia de una gran esperanza revolucionaria, iniciada en los fragores de la revoluci&oacute;n sovi&eacute;tica, tuvo su m&aacute;s luminosa antorcha en las experiencias de Piscator y de su equipo, y es de recordar que Piscator, al no hallar escrita una dramaturgia a la altura de esa responsabilidad, cre&oacute; su &quot;Oficina dramat&uacute;rgica&quot; -&iexcl;a la que perteneci&oacute; Brecht!- destinada a <u>trabajar</u> los textos existentes para elevarlos hasta aquellas alturas po&eacute;ticas y pol&iacute;ticas.</p> <p align="JUSTIFY">Es fascinante leer la historia de aquellas jornadas creadoras y altamente combativas. As&iacute; es que <u>El teatro pol&iacute;tico</u> se lee hoy con verdadera pasi&oacute;n, como una gran aventura que nos hace caer, ay, en la cuenta de la pobreza ideol&oacute;gica, t&eacute;cnica y po&eacute;tica que afecta al teatro de nuestro tiempo, incluso en sus &aacute;ras m&aacute;s inconformistas; lo cual es, en definitiva, bueno, pues acaso decida a algunas gentes de nuestro teatro a vertebrar sus esfuerzos en un determinado sentido, al menos, progresista.</p> <p align="JUSTIFY">Estas quinientas p&aacute;ginas desbordan de ideas y de noticias sobre el teatro europeo de un siglo que, realmente, empez&oacute; con la guerra europea y la revoluci&oacute;n bolchevique, y termin&oacute; hace diez a&ntilde;os, sin que haya empezado, hasta ahora, nada nuevo. Parad&oacute;jicamente, se puede pensar que lo nuevo que venga tendr&aacute; una deuda grande con lo que hicieron -y sobre todo con lo que intentaron- aquellas gentes, desde que Piscator cre&oacute; en Berl&iacute;n el Teatro del Proletariado (1920-21), hasta que en 1926 se va configurando lo que hab&iacute;a de ser el &quot;Teatro Piscator&quot;, para el que Gropius har&iacute;a un gran proyecto escenogr&aacute;fico, que nunca llegar&iacute;a a realizarse. Pero mil cosas quedaron como virtualidades para el futuro cuando el nazismo oblig&oacute; a exiliarse a las mejores gentes. Brecht elaborar&iacute;a sus tesis sobre el &quot;teatro &eacute;pico&quot;, de ra&iacute;z decididamente piscatoriana, y un brillante grupo de autores (entre ellos, Peter Weiss) har&iacute;an una dramaturgia que Piscator hab&iacute;a anunciado y promovido: la del &quot;teatro documento&quot;.</p> <p align="JUSTIFY">Desde luego, lo dicho en esta nota no es nada ante la riqueza de datos que el texto contiene, aumentada por una serie seleccionada de materiales posteriores, que llegan a darnos la imagen de lo que fueron Piscator y sus mensajes en la Alemania (y en la Europa) posterior a la Segunda Guerra Mundial.</p> <p align="JUSTIFY">El libro viene precedido de dos pr&oacute;logos (de 1975 y del a&ntilde;o 2000) de Alfonso Sastre, y la edici&oacute;n ha sido cuidada y mimada por C&eacute;sar de Vicente Hernando, que es un gran especialista en estos temas.</p> <p align="JUSTIFY">Roke Aldekoa</p>
  • <p><span lang="ES-TRAD" style="font-size: 10pt;" roman="" new=""><font face="Times New Roman">Al final de la primera guerra mundial recalan en Berl&iacute;n un pu&ntilde;ado de iconoclastas y exiliados que llevan consigo el mensaje emanado de una taberna de Zurich denominada Cabaret Voltaire. Son a&ntilde;os en los que las desastrosas consecuencias de la guerra y la derrota de Alemania extienden el clima de crisis social y cultural, pero es tiempo tambi&eacute;n de expectativas revolucionarias, como se pondr&iacute;a de manifiesto en la revoluci&oacute;n de los consejos de obreros y soldados de 1918.</font></span></p>
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