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<p>No es porque los valores se hayan convertido en algo que sirve para vender cosas. No porque los ricos sean cada vez más ricos ni porque se cierren las fronteras. No porque se extraiga de las entrañas de la tierra hasta la última gota de lo que nos sirve como recurso. No porque las palabras público y colectivo estén en peligro de extinción. No porque suframos un sistema que se basa en la desigualdad para poder sostenerse. Es porque estamos hartas, estamos indignados. Es por eso por lo que salimos a la calle. Ahora ya no hay nada que nos detenga.<br /> <br /> Prosépica es una colección que entrelaza la prosa épica y la poesía luchadora, entendiendo que ambas son herramientas necesarias de cambio desde el ecologismo social. Utilizando un lenguaje poco habitual para los movimientos sociales, modelando la palabra para que lo bello sea también combativo, la prosa y la poesía resistentes se convierten en algo necesario en el momento actual. Ayudan a visibilizar, casi sin que nos demos cuenta, aquello que queda oculto detrás del pensamiento único.</p>
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<p>«Este es un libro para entender, de verdad, por qué es tan importante fijarse en el turismo si queremos cuidar nuestro mundo. En medio de las inmediateces de la vida cotidiana, es fácil dejarse confundir por los reclamos interesados en hacernos cómplices de un movimiento natural y lineal de progreso orientado al goce individual sin otros límites que la voluntad de libertad y de superación constante de nuevas metas. La promesa de liberación individual del turismo es, precisamente, el exponente quizás más refinado y perfecto del poder de seducción de la maquinaria de publicidad en que se basa el industrialismo capitalista. <br /> <br /> Pocos mensajes merecen una aprobación social tan masiva independientemente de las formas de vida, la posición social o las creencias individuales como el de la bondad de visitar nuevos destinos o, como mínimo, el inalienable nuevo derecho humano a desconectar de la fatiga y el estrés del día a día lo más lejos posible de allí donde vivimos y nos ganamos el pan. Pareciera como si el turismo constituyera un auténtico oasis de paz, libertad y crecimiento personal al margen de la vorágine de un mundo afectado por incertidumbres y urgencias cada vez más extremas, desde el agigantamiento del foso económico entre el Norte y el Sur hasta el cambio climático [...] <br /> <br /> No cabe añadir nada más sino animarles a leer y reflexionar a partir de este libro necesario sobre la urgencia de incorporar a la agenda de las propuestas de emancipación y solidaridad Norte – Sur a un turismo internacional dominado por corporaciones transnacionales a quienes no importamos ni ustedes ni nosotros, ni las comunidades ni el Planeta» <br /> <br /> <i>Extracto del prólogo de Joan Buades y Ernest Cañada</i></p>
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<p><font size="2" face="Verdana">Para evitar los peores efectos del cambio climático tenemos que reducir radicalmente las emisiones de gases de efecto invernadero. Los gobiernos neoliberales y el mundo de los negocios defienden que la economía de mercado podría resolver el reto... salvaguardando al tiempo sus beneficios. Energía nuclear, secuestro de carbono, comercio de emisiones... Soluciones para unos, «alternativas infernales» para otros que al analizar en detalle ese «imposible capitalismo verde» se encuentran con poco más que una dilación del problema. Una ecología de izquierdas, una ecología social, un ecosocialismo son urgentes y necesarios. Necesitamos construir una nueva alternativa política, un proyecto que concentre combates ahora indisociables: contra la explotación del trabajo humano y contra la destrucción de los recursos naturales. Una alternativa con la que, parafraseando a Marx, el hombre socializado, los productores asociados consigan regular, digna y racionalmente, ese «metabolismo suyo con la naturaleza». </font></p>
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<p>Tres historias fronterizas de las muchas que se dan hoy en nuestras ciudades: la organización de la supervivencia de las comunidades de inmigrantes en edificios abandonados, la espontaneidad social y la mezcla cultural en un mercadillo informal, y la apasionada batalla de un grupo de jubilados en defensa de un trozo de terreno transformado en huerto. Espacios desechados y anónimos, nuevamente definidos por sujetos colectivos merced a una suspensión de la «norma» que les permite aprovecharlos. El viaje al interior de estos tres mundos es el punto de partida para una reflexión de carácter general sobre el significado de estos comportamientos urbanos, que la mayoría de las veces surgen de una condición de privación y una capacidad imaginativa y práctica para hallar soluciones alternativas, distintas de las tradicionales.</p>
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<p>El crecimiento económico se ha vuelto insostenible para nuestro entorno. Pero la hora del decrecimiento no es solamente la de la urgencia ecológica, sino que, como proponen los autores, debe ser el momento de rehabilitar el tiempo, de trabajar menos para vivir mejor y de inventar nuevas formas de vida para recuperar el placer de la sobriedad.<br /> <br /> El célebre economista y especialista del decrecimiento <span class="subtitol">Serge Latouche</span>, junto con Didier Hapagès, profesor de Ciencias económicas y sociales, ambos militantes del decrecimiento, exponen con claridad el proyecto decreciente en este libro breve y conciso.<br /> <br /> Una lectura básica para todas aquellas personas que deseen abordar en profundidad los temas y las propuestas del decrecimiento.</p>
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<p>El actual modelo productivo, económico y social, basado en la lógica del crecimiento y la acumulación, genera en su evolución un orden aparente —cimentado sobre crecientes desigualdades—, que engendra a su vez un desorden creciente de índole interna —económica y social— y externa —ambiental—, al disolver y absorber estructuras previas que tenían un mayor grado de orden interno y una relación más equilibrada con el medio, es importante señalar que el orden aparente del presente modelo se sustenta en un aumento constante del consumo energético.<br /> <br /> Es decir, al contrario que los procesos de creación y evolución de la vida sobre el planeta, que son capaces de crear orden —a partir de la energía solar que les llega, como sistemas abiertos que son, del exterior— en contraposición a la tendencia global del Universo hacia el desorden —o la entropía, de acuerdo con la segunda ley de la Termodinámica de degradación de la energía—, el modelo vigente contribuye de forma acelerada a la creación de desorden a todos los niveles, precipitando los procesos entrópicos.<br /> <br /> Este desorden se manifiesta de forma preponderante en las grandes concentraciones urbanas: las metrópolis, que son los núcleos principales de acumulación y consumo, que actúan como los espacios clave de apropiación de recursos de todo tipo y de impacto sobre el entorno, y que concentran espacialmente los mayores grados de desigualdad social.<br /> <br /> El libre despliegue del modelo genera, pues, tres tipos de crisis: la económica —por los cada día mayores desequilibrios de este tipo que provoca—, la sociopolítica —por la creciente ingobernabilidad de lo social que desata—, y la ambiental —por el progresivo agotamiento de recursos no renovables y deterioro del entorno que su funcionamiento supone—. Crisis que evidentemente se interrelacionan y realimentan mutuamente.<br /> <br /> El orden aparente del modelo necesita para mantenerse y desarrollarse recurrir, cada vez más, a mecanismos coercitivos y represivos para controlar el progresivo desorden en que incurre, lo que produce, junto con la tendencia hacia la creación de megaestucturas —derivada de la lógica interna de gradual incremento de tamaño de sus unidades productivas y de gestión—, una creciente ineficacia y coste económico que dificulta el funcionamiento del propio modelo.<br /> <br /> Por otro lado, el modelo, que se inició en su momento en el Centro, necesita, para seguir creciendo y acumulando, una cada día mayor proyección planetaria; es decir, precisa, para mantenerse, recurrir cada vez más a la explotación y rapiña de la Periferia, que se justifica —y enmascara— siempre en aras de la necesaria "modernización", estableciéndose unas desigualdades Centro-Periferia que van en constante aumento.<br /> <br /> Si bien es conveniente apuntar que no existe una Periferia homogénea, al igual que tampoco se da un Centro isótropo, sino que se configura un gradiente de Periferias según las relaciones que se establecen y se imponen desde el Centro. En este marco, las tendencias de concentración urbana adoptan formas distintas en el Centro y en la Periferia, por el carácter dependiente que adquieren los procesos de urbanización en esta última; en cuyas metrópolis se disparan actualmente los procesos de crecimiento demográfico.</p>