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<p>Este texto, redescubierto casi por azar entre documentos concernientes a la izquierda comunista de anteguerra, debió ser ciclostilado en un corto número de ejemplares por su autor, quien lo envió a los diversos grupos de la «Izquierda Comunista Internacional» (que estaba compuesta por las fracciones belga, italiana y francesa). De Raoul Brémont sólo se sabe que participó en el «grupo de Marsella» de la GCI, por entonces con múltiples escisiones sobre el problema de la ayuda a las víctimas de la guerra civil-imperialista española. Nada permite decir cuál fue su audiencia: pero es, por lo que conocemos, una de las escasas afirmaciones comunistas de aquella época, rica en manifestaciones contrarrevolucionarias de todo tipo. La concepción de la Comunidad aquí elaborada concierne a toda la sociedad, a la humanidad salida por fin de la Prehistoria, y no tiene, pues, nada que ver con el fenómeno de las «comunidades» creadas aquí o allá, que se acomodan muy bien con el mundo existente. </p>
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<p>Como señalaba en su momento Karl Korch, esta obra de Pannekoek, representó, treinta años después de la publicación en ruso del principal texto filosófico de Lenin, <em>Materialismo y empiriocriticismo</em>, "el primer examen crítico de la contribución de Lenin a la filosofia materialista del marxismo, escrito por quien, sin duda alguna y por muchas razones, está mejor cualificado para esta tarea que cualquier marxista contenporáneo". Pero la obra del famoso astrónomo holandés y teórico del comunismo de los consejos no es sólo el fruto de una disputa filosófica entre dos interpretaciones del marxismo; al mismo tiempo recoge un análisis crítico de los planteamientos revolucionarios de los bolcheviques.</p>
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<p>Publicado en 1856 <em>El sistema de las contradicciones económicas o Filosofia de la miseria</em> -y traducido al español por Francisco Pi y Maragall, gran difusor del federalismo proudhoniano en España-, originó la airada réplica de Karl Marx en <em>Miseria de la filosofía</em>, donde ataca ferozmente, casi con máss fundamento en cuestiones personales que doctrinales, la obra de Proudhon, una de las más importantes y ambiciosas de la Teoria Social anterior a 1850.</p>
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<p>Karl Marx conoció en París a Pierre Joseph Proudhon en 1844; era un entusiasta proudhoniano y probablemente debe su evolución -de la izquierda hegeliana a que perenecía, hasta el campo de socialismo- a los escritos del pensador francés, y en <em>La sagrada familia</em> todavía denfendía las ideas de Proudhon. Pero la amistad entre ambos duró poco tiempo. Precísamente la aparición de <em>Misère de la philosophie</em> en 1847 supone su ruptura definitiva. El texto, además de los aspectos estrictamente críticos, constituye un violento ataque personal contra Proudhon, el cual, al parecer, no concedería excesiva importancia a los argumentos de Marx. La crítica de Marx se fundamenta básicamente en la demostración de la ignorancia del francés en materia económica, destacando asimismo su actitud conservadora. El principal interés de la obra reside en que aparecen en ella desplegados ampliamente el método dialéctico y el historicismo, además de la idea central de que la economía está en función de éstos.</p>
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<p>La interpretación de la compleja figura humana y literaria del marqués de Sade parece admitir los más varios y aun contradictorios enfoques. Jorge Gaitán Durán ha elegido el de la indagación de índole sociológica o, más concretamente, el del análisis de unas motivaciones fundamentalmente basadas en lo que podría llamarse la filosofía del erotismo.</p>
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<p>Desde tres ópticas (fenomenológica, antropológica y psicosocial) el autor intenta estas aproximaciones a la realidad compleja, inquietante y desniveladora del amor. Amor tantas veces dicho y cantado, distorsionado otras tantas, y tantas otras, equívoco en sus significados y referencias.</p> <p>No hay razón de ser. Sólo hay razón de amor. Amar será, pues, justificar la razón de amor con que se ha sido amado. O hacer que la sinrazón tenga sentido por el amor, mímesis del amor con que la existencia ha sido ungida. "La pregunta, oscura pero inevitable, por la razón del ser, de mi ser en concreto, se la intuye sólo cuando comienzo yo mismo a amar. Mi experiencia de amor es la mejor respuesta a la realidad de mi existencia".</p>