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<p>En Visiones rebeldes Gayatri Gopinath lleva los estudios queer a interesarse por las invetigaciones sobre la diáspora y lo visual, mostrando la interrelación entre el afecto, el archivo, la región y la estética, por medio del análisis de un amplio espectro de la cultura visual queer contemporánea. Aborda el cine, el arte, la poesía y la fotografía, formas culturales -que Gopinath concibe como prácticas estéticas de la diáspora queer- que revelan la proximidad de historias presuntamente dispares del hogar y del desplazamiento (post)coloniales, y que son un producto de trayectorias diaspóricas. Critica las concepciones habituales de la diáspora que inevitablemente consolidan el Estado-nación, así como las concepciones de lo queer que ignoran las formaciones sexuales y de género regionales, para mostrar encuentros inesperados entre obras de artistas del Sur de Asia, de Oriente Medio, de África, de Australia, y la latinxs como Tracey Moffatt, Akram Zaatari, y Allan deSouza. Gopinath muestra que el arte de estas personas funciona como archivos regionales queer que expresan concepciones alternativas del tiempo, el espacio y las relaciones. Las ópticas queer producidas por estas prácticas visuales crean cartografías de Sur-a-Sur, de región-a-región, y de diáspora-a-región que cuestionan profundamente los estudios del área y los estudios de las disciplinas académicas. Gopinath aporta así nuevas perspectivas críticas sobre el colonialismo de repoblación, el imperio, la ocupación militar, la racionalización y la dislocación diaspórica, que marcan de forma indeleble los cuerpos y los paisajes.</p>
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<p>Es verdad que la ecología ha recibido escasa atención en el ámbito de la historia del arte, pero también es cierto que su visibilidad e importancia han ido creciendo en los últimos tiempos, de la mano de las amenazas del cambio climático y la destrucción medioambiental.</p> <p>Al imbricar el extendido compromiso político y estético de diversos artistas con procesos y condiciones medioambientales por todo el planeta –y dirigiendo su mirada a los punteros avances teóricos, políticos y culturales que se han producido y producen en el Sur y el Norte globales–, el presente libro ofrece una significativa y original contribución a los campos interconectados la historia del arte, la ecología, la cultura visual, la geografía y la política medioambiental.</p> <p>A lo largo de sus seis capítulos, su autor aborda las propuestas creativas de diversos artistas y activistas en pos de formas de vida que aúnen sostenibilidad ecológica, justicia climática y democracia radical, en un momento como el presente en el que se necesitan con urgencia este tipo de propuestas.</p>
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<p>El Prado es todavía, doscientos años después, una institución en la que se silencia y se excluye a la mujer. A las artistas y a las visitantes: todas invisibles y todos ciegos ante la ausencia de la voz y la experiencia femeninas. ¿Por qué el Museo Nacional del Prado ignora a las mujeres? En las salas del referente español y en las del resto de instituciones internacionales, el relato que se alaba en el siglo XXI es el mismo con el que el siglo XIX contó el mundo y construyó sus intereses. Cuadro a cuadro, este libro revisa el legado patriarcal que ha llegado hasta nuestros días, aunque hoy lo señalemos como injustificable y rechacemos cualquier práctica que amplíe la brecha entre hombres y mujeres.</p> <p>Esta no es una historia del arte tradicional: es una guía contra las ausencias, las vejaciones, los eufemismos, los silencios y tergiversaciones que han hecho desaparecer a la mitad de la población, con una violencia soterrada y a la vista. Y esta es también una historia contra la ceguera, una narración sobre las condiciones políticas y sociales que determinan la creación artística y privilegian a ellos sobre ellas. Es el momento, ante el auge de los fascismos, de que los museos asuman sus responsabilidades y pasen a ejercer una práctica de pensamiento crítico, y se nieguen a dar por sentado el marco del menosprecio y la desigualdad.</p>
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<p>Escrito y publicado a los piques, «Punk la muerte joven» se independiza de su autor, y la única copia del escrito antecesor termina en una basura. 43 años después, una amiga londinense le envía un puñado borradores llenos de tachaduras y anotaciones marginales. Una noche de insomnio de 2018, Juan Carlos empieza a pasarlas a la notebook sin caer en la tentación de adaptar la prosa a cómo la escribiría ahora. Solo recompone páginas faltantes. El resultado es este mix de realidades e imaginarios en formato diario donde transita squats, barrios tenebrosos, disquerías, librerías, pubs, levanta flyers, lee todo fanzine que cae en sus manos, y cruza personajes como Alex Trocchi, representante de aquel Letrismo de los años 50 que derivó directo en el Situacionismo. Y Colin Wilson, autor de “The Outsider”. Y John Berger. Mientras, rastrea los pasos de un chico que escribe con las tripas y el corazón traspasados por una aguja, el epítome del ethos punk, el crudo desgarro con el que deber ía comunicarse todo esto.</p> <p>La tocada de fondo de Kreimer es atravesada por la desesperación de “no saber y saber” de tanta muerte que ocurría en Argentina durante esos</p> <p>años.</p>
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<p>Pasolini siempre tuvo una fuerte vocación por el diálogo. Así, a partir de 1960, la revista Vie nuove dedicará una sección donde recoge cartas dirigidas al escritor italiano, que él se encargaba de responder cada semana. Le escribían estudiantes, obreros, aspirantes a escritor, amas de casa, etc., en busca de consejo, inspiración, para compartir alguna crítica, y en ocasiones con la intención de polemizar con Pasolini.</p>
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Sin stock<p>La revista<em> Salamandra</em> cumple con esta nueva entrega los veinte números, desde que el primero saliera a la luz en 1987. En todo este tiempo transcurrido no sólo ha cambiado el formato y el grosor de la revista (recordemos que aquella primera Salamandra no pasaba de las dieciocho páginas), sino que también han aumentado, creemos, sus ambiciones y preocupaciones, su capacidad de interrogación e intervención en la realidad y en los debates y acciones que pretenden criticarla y combatirla. Pero lo que no ha sufrido ningún cambio es su razón de ser: la plasmación de una actividad colectiva que se sostiene en la crítica de la dominación y en la experimentación de lo maravilloso, en la lucha contra la alienación social y mental, en la voluntad de transformar el mundo y en el deseo de cambiar la vida; en definitiva: en la revuelta y en la poesía abrazadas para llevar a cabo, a partir del surrealismo, que no de su ideología o de su dogma, un proyecto político de vida poética que hiciera posible una emancipación en todos los planos de la existencia.</p> <p>Que en un proyecto como este no sólo participen personas que se identifican como surrealistas, sean del grupo de Madrid o de otros lugares, sino también amigos y colaboradores con una sensibilidad afín o con planteamientos que consideramos especialmente estimulantes aunque no siempre coincidan con los nuestros, es precisamente uno de los mayores logros de la evolución de la revista. La consecuencia lógica de este hecho es que todas estas inquietudes personales confluyen hacia determinados focos de interés que terminan conformando varios núcleos o temas que dan sentido a cada número. En el caso de la presente entrega de la revista, este proceso casi natural ha dado lugar a dos grandes bloques o ejes principales: por un lado el problema de la utopía, y por el otro el Juego de la Casa en Sombras, bloques que por otra parte responden por igual a una misma proyección, teórica y práctica, de la voluntad utopista que caracteriza al surrealismo.</p>
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<p><em>El rompecabezas</em> que nos propone Fernando Múgica se presenta como un juego que, partiendo de la distinción entre pasado, presente y futuro, que son representados por medio de colores (azul, verde y rojo) intenta abrir una vía de acceso a una nueva representación (atemporal) del mundo.</p>