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<p>Considerada como una de las obras más influyentes del siglo xx en el campo de la psicología, El malestar en la cultura indaga en el efecto que sobre las pulsiones del individuo ha tenido el desarrollo de la civilización, como moldeadora pero también como represora del comportamiento humano. En efecto, Freud defiende la existencia de un antagonismo irreconciliable entre las pulsiones agresivas, innatas en los individuos, y la cultura, pues esta, al tratar de controlar su satisfacción, provoca la pérdida de la libertad y de la individualidad, generando sentimientos de frustración y de culpa. Pero además, el hombre tiene también otra pulsión innata, la de muerte o destrucción, que persigue la satisfacción de las necesidades del yo, y que también encuentra en la cultura una fuerte represora. Un brillante ensayo apoyado en el desarrollo de la teoría psicoanalítica con el que Freud echa por tierra el valor que el hombre ha concedido siempre a la cultura al concluir que esta no puede más que generar insatisfacción y sufrimiento al hombre.</p>
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<p>El progreso, la ilusión básica de nuestra época, se agota. En general, los niños ya no esperan que sus vidas sean mejores que las de sus padres. Los escenarios distópicos están cada vez más presentes en la conciencia pública a medida que las piscifactorías colapsan, los niveles de CO2 aumentan y nubes de vapor radiactivo surgen de las plantas nucleares «a prueba de fallos». A pesar de las maravillas tecnológicas de nuestra época, o quizá debido a ellas, vivimos días oscuros. Producimos más alimentos que nunca, pero el hambre y la desnutrición siguen presentes en la mayor parte del mundo. Las tasas de depresión clínica y suicidio continúan su ascenso sombrío en el mundo desarrollado. Un tercio de los niños estadounidenses son obesos o tienen un grave sobrepeso, y la tasa de aumento de la depresión entre los niños es superior al veinte por ciento. Con la fe en el futuro fundiéndose como un glaciar sobrecalentado, incluso cuando la satisfacción con el presente se evapora, es hora de una reevaluación sobria del pasado, de aportar una mirada multidisciplinaria y científicamente informada de los efectos de esta fatídica divergencia. En Civilizados hasta la muerte, Ryan afirma que deberíamos empezar a mirar hacia atrás para encontrar el camino hacia un futuro mejor.</p>
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<p>Una civilización que se basa en la sobreexplotación infinita de recursos finitos en beneficio de una parte de la humanidad, en un mundo superpoblado y globalizado, forma un puzle imposible. En este marco tóxico, no es posible un futuro, ni poshumano ni siquiera humano. Si no cambiamos las piezas, el destino que nos espera en un plazo muy breve es el colapso de la vida civilizada, y todas las especulaciones que podamos hacer sobre un eventual mundo poshumano se convertirán en humo. Si llega el fin del mundo, lo que venga después no importa.</p>