conocimiento

  • <p>Bas&aacute;ndose en sus a&ntilde;os de investigaci&oacute;n y en su notable experiencia, la antrop&oacute;loga forense de renombre mundial Dame Sue Black nos lleva a un viaje de redescubrimiento. Desde el cr&aacute;neo hasta los pies, pasando por la cara, la columna vertebral, el pecho, los brazos, las manos, la pelvis y las piernas, muestra que cada parte de nosotros tiene una historia que contar.</p> <p>Lo que comemos, a d&oacute;nde vamos, todo lo que hacemos deja un rastro, un mensaje que espera pacientemente durante meses, a&ntilde;os, a veces siglos, hasta que un antrop&oacute;logo forense es llamado a descifrarlo. Parte de esta informaci&oacute;n es f&aacute;cil de entender, otra mantiene sus secretos a rajatabla y necesita el engatusamiento cient&iacute;fico para ser liberada. Pero al reunir cuidadosamente las pruebas, se pueden reconstruir los hechos de una vida.</p> <p>Miembro a miembro, caso a caso &mdash;algunos criminales, otros hist&oacute;ricos, otros inexplicablemente extra&ntilde;os&mdash; Sue Black reconstruye con &iacute;ntima sensibilidad y compasi&oacute;n las historias ocultas en lo que dejamos atr&aacute;s.</p>
  • <p>Com&uacute;n, procom&uacute;n, comunes, comunales... las denominaciones var&iacute;an, pero todas ellas apuntan a formas de propiedad, uso y aprovechamiento de los recursos, la vida y el planeta que no pasan ni por la mercanc&iacute;a ni por el Estado. En este libro, Silvia Federici explora la noci&oacute;n de lo com&uacute;n. Nos dirige la mirada hacia la gran expropiaci&oacute;n, todav&iacute;a en curso, que supone la inacabable imposici&oacute;n del capitalismo. Los comunes, las formas de organizaci&oacute;n comunitaria de los ecosistemas humanos, existen desde que se formaran las primeras sociedades. Y los comunes han sido el objeto prioritario de sucesivas rondas de rapi&ntilde;a y cercamiento capitalista, que todav&iacute;a hoy persisten sobre la tierra, el cuerpo, la vida y el conocimiento, especialmente cuando estas materias se dicen en femenino.</p> <p>Federici apunta, de este modo, a un futuro posible de emancipaci&oacute;n, de organizaci&oacute;n no patriarcal y no capitalista de la reproducci&oacute;n social, que pasa necesariamente por una ampliaci&oacute;n y reinvenci&oacute;n de lo com&uacute;n. Como ella misma dice: &laquo;El horizonte que nos propone el actual discurso y pol&iacute;tica de los comunes no consiste en la promesa de un retorno imposible al pasado, sino en la posibilidad de recuperar el poder de decidir colectivamente nuestro destino en esta tierra&raquo;. Esto es lo que ella llama reencantar el mundo.</p>
  • <p>Miramos la TV., leemos los peri&oacute;dicos para ver las noticias, para estar informados, para saber qu&eacute; pasa... Pero sabemos que estas noticias nos llegan manipuladas hasta construir la versi&oacute;n oficial de los hechos; son presentadas a trav&eacute;s de un formato determinado (Watkins), pasando la noticia a no ser otra cosa que propaganda (Ellul).</p> <p>Pero este saber, como tantos (Tiresias, en Edipo Rey: &ldquo;qu&eacute; duro es saber cuando saber es in&uacute;til&rdquo;), no modifica nuestro comportamiento y seguimos hablando de las noticias as&iacute; recibidas, eso s&iacute;, discuti&eacute;ndolas. Dif&iacute;cil salir del bombardeo medi&aacute;tico, dif&iacute;cil darle una respuesta. &iquest;D&oacute;nde est&aacute; lo real, en su acontecer o en su representaci&oacute;n?</p> <p>Todo esto viene a cuento ahora sobre la crisis. Cuando los media empezaron hace dos a&ntilde;os a noticiar sobre esto, nos preguntamos: &iquest;qu&eacute; nos quieren? e intentamos ir respondiendo a tal pregunta, avanzando algunas consideraciones y anotando distintas respuestas a la situaci&oacute;n provocada en nombre de la crisis. Hoy queremos volver sobre ello y quiz&aacute;s de una forma m&aacute;s categ&oacute;rica: no es el capitalismo el que est&aacute; en crisis sino que es el capitalismo, en su dinamismo, el que nos pone en crisis, el que pone en crisis a la naturaleza, al trabajo, a los modos de vida a&uacute;n no absorbidos por el capital, a la humanidad en general.</p> <p>No se trata de infravalorar la cr&iacute;tica situaci&oacute;n actual, las desregulaciones, los conflictos, las guerras que atraviesa este modo de producci&oacute;n y de vida capitalista en su incesante lucha por conquistar y colonizar el mundo, la vida toda, por convertir cualquier cosa en mercanc&iacute;a, y los mecanismos que pone en marcha (lo que desde las noticias se llama la crisis) cuando tiene dificultades de valorizaci&oacute;n/crecimiento. Todo esto est&aacute; sucediendo.</p> <p>&iquest;Qu&eacute; pretende tal ruido medi&aacute;tico? Sembrar el p&aacute;nico, diseminar el miedo con la sombra del lockout. &iquest;Qu&eacute; quiere el capital? Lo quiere todo. En su tendencia ilimitada a convertir cualquier cosa, cualquier espacio, cualquier &aacute;mbito en mercanc&iacute;a quiere lo que a&uacute;n escapa a su poder. El capital hace as&iacute; suya nuestra reivindicaci&oacute;n de los a&ntilde;os 60 y 70: &ldquo;&iquest;Qu&eacute; pedimos?, nada; &iquest;qu&eacute; queremos?, todo&rdquo;. La hace suya a su manera, como a su manera ha hecho suyas las reivindicaciones del fin del trabajo, el fin del dinero, el fin de las naciones... &iquest;Qu&eacute; pretende el Estado, con la pol&iacute;tica &ldquo;anti-crisis&rdquo;? Continuando con las misma pol&iacute;tica, garantizar la deuda que ha permitido enriquecer a los m&aacute;s ricos, desembolsando, a costa de empobrecer a todos los dem&aacute;s, siguiendo la f&oacute;rmula ya ensayada en Am&eacute;rica Latina.</p> <p>Quieren lo que a&uacute;n les falta, lo que a&uacute;n no tienen: el agua, los bosques, las semillas, nuestra fuerza de trabajo, nuestro propio cuerpo, nuestra actividad creadora..., lo cual representa un paso m&aacute;s en nuestra desposesi&oacute;n. La crisis es pues una herramienta que usan para arrancar lo que a&uacute;n nos es propio, para convertir en privado lo que a&uacute;n es com&uacute;n, empobreciendo, precarizando&hellip;</p> <p>La crisis, a trav&eacute;s de los media, se convierte en un referente, en una construcci&oacute;n simb&oacute;lica totalizante en nombre de la cual todo debe subordinarse, cualquier cosa, cualquier sacrificio puede exigirse: despidos, resignaci&oacute;n, sumisi&oacute;n... Juega como el terrorismo, otra de las construcciones simb&oacute;licas, en nombre del cual cualquier barbarie es leg&iacute;tima.</p> <p>Etc&eacute;tera, noviembre 2010</p>
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