-
<p>Este libro que tienes en las manos es una compilación de voces de madres, trans* y cis, no heterosexuales y/o no heteronormativas —esto último, como ha podido o le ha parecido a cada una—. Desde el principio pensamos que el término que más se acerca al conjunto amplio de las maternidades que recorren estas páginas es ese, queer/cuir/kuir. Lo hemos titulado Maternidades cuir, pero también podría haber sido Queerizando la maternidad: estas páginas hablan de queerizar, de torcer, de tortillear, de atravesar, redefinir, cuestionar —y un largo etcétera— ese ideal de «maternidad» que nos encorseta y agobia. Más que una grande y libre, aquí hay relatos de maternidades en plural, con nuestros cuerpos y vidas en el centro, desobedientes e incómodos con y para las normas sexogenéricas. Estas páginas están atravesadas por el deseo, el amor, y también el dolor. Esta es una pequeña muestra, a modo de fotografía (no fija) de nuestras maternidades, afectos y familias cuir, que plantean una serie de retos y aportan, pensamos, muchas ideas relevantes para los feminismos y su análisis sobre las maternidades —que sigue muy heterocentrado—; para la lucha lgtbi, que necesita seguir recargando las pilas feministas, y para el cambio social en general.</p>
-
<p>En 2014, cuatro años después de la implementación del nuevo Código Civil Catalán a favor de la coparentalidad, antes y después del divorcio, el debate social sobre la custodia compartida estaba muy polarizado en España. Desde ciertos sectores del ámbito feminista y jurídico se hablaba de la banalización de la custodia compartida; otras organizaciones en defensa de los derechos del padre reclamaban la custodia compartida para todos.</p> <p>Mientras que en estudios anteriores los autores han elaborado una geografía de la custodia compartida en España, en la que emerge los sistemas regionales de género; en este libro abordan las sentencias judiciales sobre la custodia de los hijos, tanto de divorcios como de las parejas de hecho. La evidencia empírica muestra que los arreglos residenciales de los hijos después de la ruptura no siguen un único patrón. Así, la equidad de género solamente se alcanza cuando hay un pacto de pareja sobre la custodia compartida; mientras que en un 10% de los casos el padre está totalmente ausente, siendo la madre la única responsable de todas las necesidades de los hijos.</p>
-
<p>Este cómic va de la locura. Y para eso he hablado de mi propia locura, de las voces y los ruidos que escucho en mi cabeza. De las cosas que me han pasado y de cómo veo el mundo. Lo he intentado. La honestidad es un camino jodido. La mayor parte de las series, películas y novelas que tratan el tema lo hacen desde el estereotipo y siempre me han resultado ajenos o grotescos. Yo quería hablar y no dejar de hacerlo hasta haber liberado la vida del lugar en el que se encuentra aprisionada. No ha sido fácil. Los pinceles de Mario se han ido encontrando con mis palabras durante varios años y ahora el relato por fin está impreso. Feliz digestión.</p>
-
<p>Marx entendió el capitalismo como una etapa necesaria para llegar a una sociedad sin clases en un mundo sin escasez. Fascinado por la potencia productiva del capitalismo industrial que tan ferozmente combatía, dejó de lado la explotación del trabajo no asalariado, el trabajo no pagado de las mujeres dedicado a la reproducción de la mano de obra; un trabajo que consideraba natural y arcaico. Estas dos limitaciones del trabajo teórico de Marx marcaron en enorme medida el desarrollo de las teorías y luchas marxistas, centradas desde entonces en la fábrica y casi siempre magnetizadas por el fetichismo tecnológico.<br /> <br /> Silvia Federici y otras feministas de los años setenta, tomando a Marx pero siempre más allá de Marx, partieron de su idea de que "el capitalismo debe producir el más valioso medio de producción, el trabajador mismo". A fin de explotar esta producción se estableció el patriarcado del salario. La exclusión de las mujeres del salario otorga un inmenso poder de control y disciplina a los varones a la vez que esvaloriza e invisibiliza su trabajo. Esta invisibilización no solo es útil para explotar el gigantesco ámbito de la reproducción de la fuerza de trabajo. Al mismo tiempo, y al igual que la desvalorización de otras muchas figuras (esclavos, colonizados, migrantes), sirve al capitalismo en su principal objetivo: construir un entramado de desigualdades en el cuerpo del proletariado mundial que le permita reproducirse.</p>