<p>El Derecho y el discurso jur&iacute;dico desempe&ntilde;an un papel central en la configuraci&oacute;n de las relaciones de poder. Para imponerse, una actuaci&oacute;n policial o un programa de ajuste econ&oacute;mico necesitan de la fuerza. Pero tambi&eacute;n de su capacidad para apelar al Derecho, a la legalidad, como fuente de justificaci&oacute;n.</p> <p>Tras la derrota del fascismo, la legalidad que los propios estados invocan en sus actuaciones se ha vuelto exigente. Se ha enriquecido con tratados, constituciones y cartas que reconocen derechos humanos y principios garantistas. Estos principios entra&ntilde;an l&iacute;mites y controles a poderes de todo tipo, p&uacute;blicos y privados, de Estado y de mercado.</p> <p>Los textos que componen este libro intentan mostrar c&oacute;mo, en tiempos de crisis y movilizaciones, esta legalidad garantista se convierte en un espejo inc&oacute;modo. Porque refleja la arbitrariedad jur&iacute;dica, adem&aacute;s de &eacute;tico-pol&iacute;tica, de muchas actuaciones del poder realizadas en nombre del Derecho. Pero tambi&eacute;n porque permite juzgar de otro modo los actos de protesta y de desobediencia ciudadana que se alzan contra ellas. No ya como actos delictivos, objeto de criminalizaci&oacute;n, sino como herramientas leg&iacute;timas, incluso necesarias, para forzar al poder a cumplir su propia legalidad y para fundar marcos jur&iacute;dicos m&aacute;s igualitarios y libres de violencia.</p>