<p>Es necesario afirmar que no habr&aacute; &laquo;salida de los Organismos Modificados Gen&eacute;ticamente&raquo; ni de ninguna de las t&eacute;cnicas biosuicidas propuestas por la econom&iacute;a autonomizada, sin que se sienta la necesidad de salir de la sumisi&oacute;n a las ofertas de la t&eacute;cnica y de la industria as&iacute; como de las promesas cientifistas de un progreso ininterrumpido. Es la &uacute;nica salida posible. Eso supone librarse de esta sociedad. No porque no se la pueda reformar, por supuesto, ya que es lo que se hace a diario para diferir la cat&aacute;strofe que no deja de amenazarnos. Pero la cat&aacute;strofe ya est&aacute; aqu&iacute;: es el modo de funcionamiento normal del mundo industrial del que conviene proclamar que cada uno de sus progresos engendra su propia dislocaci&oacute;n y su propio derrumbamiento permanentes; y que a&uacute;n no hemos visto todo, que debemos temer cat&aacute;strofes in&eacute;ditas y resignarnos. En&nbsp;<em>Los progresos de la domesticaci&oacute;n</em>, as&iacute; como en el resto de textos, entrevistas y documentos que se incluyen en el presente volumen, con la contundencia e iron&iacute;a que s&oacute;lo un curtido agitador puede permitirse, Ren&eacute; Riesel opina, sobre las nuevas t&eacute;cnicas de manipulaci&oacute;n gen&eacute;tica agr&iacute;cola y de la superstici&oacute;n cientifista de la que surgen, pero tambi&eacute;n sobre el proceso -iniciado en Francia en enero de 1.998- de obstaculizaci&oacute;n y sabotaje contra su implantaci&oacute;n. Y, desde la autoridad de su pr&aacute;ctica, de la nueva fraseolog&iacute;a &laquo;antiglobalizadora&raquo; surgida al calor de estas y otras movilizaciones, tras la que se esconde la nula voluntad de trascender la dictadura de la econom&iacute;a, y bajo la que se perpet&uacute;an.</p>