<p>Las huelgas de estudiantes de 1986-1987 y las de profesores de ense&ntilde;anzas medias de ese a&ntilde;o y el siguiente hicieron frente a los intentos de reforma que dar&iacute;an lugar al actual sistema educativo. El examen de selectividad para el acceso a la Universidad, los primeros borradores de la LOGSE y el refuerzo de los conciertos escolares fueron, todos ellos, establecidos y contestados en aquellos a&ntilde;os. La originalidad y la autonom&iacute;a de los movimientos de alumnos y profesores no pudieron impedir, sin embargo, la reorganizaci&oacute;n del sistema educativo. El resultado ha sido una escuela clasista, escindida entre centros subvencionados, nicho protector de las clases medias, y centros p&uacute;blicos progresivamente especializados en las poblaciones sin recursos. Se trata de un sistema escolar que no sirve como instituci&oacute;n democr&aacute;tica, condena al 30% del alumnado al abandono escolar y despilfarra a espuertas uno de los principales recursos de toda sociedad: la capacidad de aprendizaje de las generaciones m&aacute;s j&oacute;venes.</p>