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<p>En un momento en el que sus obras anteriores ya habían sido censuradas, Alfonso Sastre plantea en <em>La mordaza</em> una protesta cauta, posibilista, soterrada pero implacable contra el régimen franquista, al tiempo que lanza un mensaje claro, sin ambages: «Vivimos amordazados. No somos felices. Este silencio nos agobia».</p> <p>Este drama rural de tintes policíacos escrito en 1954 —y estrenado con gran éxito ese mismo año— narra un crimen ocurrido poco después del final de la ocupación nazi de Francia. Aunque su trama y detalles son fabulados, está basado en hechos reales y tiene como telón de fondo el asfixiante ambiente de una familia y su hacienda. Pieza clave en la producción del autor, <em>La mordaza</em> es, por ende, una obra cumbre de la dramaturgia española del siglo XX.</p>
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<p>Al norte está el pueblo. Solía ser una ciudad. En las noches claras, que son las menos, se distingue a lo lejos lo que queda de las ruinas de la vieja catedral. Al sur, al este, al oeste, se extienden los páramos, kilómetros de lodo y brezo carcomido por la lluvia. La tierra se traga gente, animales, vehículos abandonados, y luego el barro los regurgita, como regalos no deseados. Raíces retorcidas, viejos electrodomésticos; cadáveres antiguos y modernos se alzan del fango, barcos hundidos en el fondo del mar. </p> <p>María Bonete (una de las autoras de la antología de ficción climática Estío, publicada por Episkaia) realiza en No hay tierra donde enterrarme, con la escritura de las hermanas Bronte como brújula, una actualización de la novela gótica en un futuro de desastre ambiental, en lo que probablemente constituya la primera obra del gótico climático. En este paisaje recóndito en algún lugar del Reino Unido, la niebla oculta y destruye, poco a poco, la relación de las protagonistas con el mundo conocido. Quizá haya esperanza más allá del controlado confort de la cotidianidad, transformada también en un espacio de vigilancia y control, pero la única forma de adentrarse en la bruma y volver es hacerlo juntas.</p>
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<p>"Hace tiempo escribí una novela sobre la muerte de madre. Y unos años después, otra en que contaba los silencios de padre, unos silencios que nunca rompió para contarnos lo que escondían dentro. La historia oficial de la derrota se la inventa la vic­toria. Ahora escribo esta historia en que somos tú y yo los personajes principales. Sin haberlo pretendido -o eso creo- es como si cerrara con este libro un tampoco sé si real o imaginado libro de familia".</p>