<p>&laquo;S&iacute;, yo creo que existe un pueblo m&uacute;ltiple, un pueblo de mutantes, un pueblo de potencialidades que aparece y desaparece, que se encarna en hechos sociales, en hechos literarios, en hechos musicales. Es com&uacute;n que me acusen de ser exagerado, bestial, est&uacute;pidamente optimista, de no ver la miseria de los pueblos. Puedo verla, pero... no s&eacute;, tal vez sea delirante, pero pienso que estamos en un per&iacute;odo de productividad, de proliferaci&oacute;n, de creaci&oacute;n, de revoluciones&nbsp; absolutamente fabulosas desde el punto de vista de la emergencia de un pueblo. Es la revoluci&oacute;n molecular: no es una consigna, un programa, es algo que siento, que vivo, en algunos encuentros, en algunas instituciones, en los afectos, y tambi&eacute;n a trav&eacute;s de algunas reflexiones&raquo;. As&iacute; se refiri&oacute; Guattari sobre aquello que entreve&iacute;a en Brasil en 1982.<br /> <br /> M&aacute;s all&aacute; del retorno a la democracia, no s&oacute;lo en Brasil sino en varios pa&iacute;ses de Am&eacute;rica Latina, aqu&eacute;l era el momento de una transformaci&oacute;n que se operaba a escala internacional en la l&oacute;gica del r&eacute;gimen capitalista. Retrospectivamente, es sorprendente verificar que Guattari ya se&ntilde;alaba no s&oacute;lo la instalaci&oacute;n del nuevo r&eacute;gimen, que denomin&oacute; Capitalismo Mundial Integrado (CMII), sino tambi&eacute;n el lugar central que &eacute;ste atribuir&iacute;a a la subjetividad, a la instrumentalizaci&oacute;n que entonces se operaba de las fuerzas de deseo, de creaci&oacute;n y de acci&oacute;n como principal fuente de extracci&oacute;n de plusval&iacute;a, en lugar de la fuerza mec&aacute;nica del trabajo. Esta situaci&oacute;n vino a confirmarse a lo largo de las d&eacute;cadas siguientes, convirti&eacute;ndose en una de las cuestiones centrales en el debate te&oacute;rico y pol&iacute;tico de varios autores contempor&aacute;neos.<br /> &nbsp;</p>