<p>&quot;A trav&eacute;s de la cada vez mayor privatizaci&oacute;n que ha ido experimentando la guerra en general en el mundo, pero muy particularmente dentro de la nueva doctrina militar de Estados Unidos, los mercenarios han visto crecer su valor y estima en el mercado mundial. Las grandes Corporaciones Privadas Militares, buena parte de ellas dirigidas por ex altos oficiales de las Fuerzas Armadas estadounidenses, pero tambi&eacute;n de otros or&iacute;genes, son contratadas por el Pent&aacute;gono tanto para que se responsabilicen a trav&eacute;s de sus miles de empleados (l&eacute;ase mercenarios) de proteger pozos petrol&iacute;feros o custodiar convoyes que proporcionan v&iacute;veres y suministros a sus tropas, como para llevar a cabo peligrosas misiones comando o incluso para elaborar manuales militares o entrenar a determinados batallones de las Fuerzas Armadas regulares. Estas poderosas corporaciones, que pueden crear r&aacute;pidamente ej&eacute;rcitos privados a la carta, de cualquier envergadura, han profesionalizado el medio, pasando a suplantar a los tradicionales grupos m&aacute;s o menos espont&aacute;neos de mercenarios que se reclutaban anteriormente en oscuros antros de la sociedad. Los mercenarios han ganado estatus, trabajan para empresas reconocidas y apreciadas por los estados, muchas veces ligadas directamente al a&uacute;n m&aacute;s poderoso lobby industrial armament&iacute;stico, el m&aacute;s interesado precisamente en las guerras&quot; ROBERTO MONTOYA (fragmento del pr&oacute;logo de este libro)</p>