<p>Enero de 1918. Se comienza a intuir el final de la primera guerra mundial. Los ingentes beneficios provocados por la neutralidad espa&ntilde;ola no han repercutido en los salarios de los trabajadores. El jornal est&aacute; congelado desde el inicio del conflicto. Las cosechas y el carb&oacute;n se exportan, intermediarios y comerciantes acaparan y especulan con los productos b&aacute;sicos. El invierno es riguroso en Barcelona, el carb&oacute;n escasea, se adultera y se frena su salida al mercado en una espiral de precios al alza, que arrastra alimentos y alquileres.</p> <p>Son momentos en los que cualquier sonrisa se hiela en Barcelona y otras ciudades industriales. Los hogares obreros no consiguen asegurar la subsistencia y las mujeres deciden plantarse.</p> <p>Tras hacer un seguimiento en la prensa de la &eacute;poca, Toni &Aacute;lvaro rescata unos hechos de empoderamiento colectivo, olvidados tanto por la historiograf&iacute;a acad&eacute;mica como por la militante.</p>